Con la llegada del mundial, el panorama de los clubes argentinos parece haber pasado al olvido. Un balance de las campañas realizadas por los clubes que tienen sus instalaciones en la zona noroeste de la ciudad de Buenos Aires y que participan en los campeonatos oficiales de la Asociación del Fútbol Argentino coloca a General Lamadrid como al más exitoso de la última temporada.
En los días previos al inicio del campeonato mundial en Rusia, se dirimió entre Atlas y General Lamadrid la final del torneo reducido de los clubes de primera “D”. El encuentro definitorio, jugado en el estadio Enrique Sexto, en Desaguadero y Pedro Lozano, terminó con la victoria del “Carcelero” por penales y su regreso a la categoría superior; Primera “C”, luego de una actuación memorable del arquero Néstor Acosta.
Esta actuación del equipo de Villa Devoto resulta aún más destacada si se la compara con el resto de los equipos vecinos; All Boys descendió de la Primera “B” Nacional a la “B” Metropolitana, Argentinos Juniors luego de una muy buena campaña en primera “A”, perdió sus últimos partidos y con ello la posibilidad de clasificar a copas internacionales y Comunicaciones no logró clasificar al torneo reducido para lograr un ascenso de la B Metropolitana al Nacional B. No es la primera vez que el “Carcelero” consigue ascender: Varias veces ha logrado subir a primera C, quizá la más recordada sea la que logró de la mano de un mítico ex jugador de Racing; el “Chango” Cárdenas, el 10 de diciembre de 1983, el mismo día que Raúl Alfonsín asumió la Presidencia de la Nación luego de 7 años de Dictadura Militar.
General Lamadrid se creó en 1950, en un terreno baldío junto al Complejo Carcelario de la calle Desaguadero y seis años más tarde debutó en los torneos oficiales de la Asociación del fútbol argentino. Es la única entidad afiliada a la AFA que no tiene escritura de su estadio. Esto le ha provocado numerosos contratiempos a lo largo de su historia, el más recordado fue en 1963 cuando el Servicio Penitenciario Federal quiso apropiarse del terreno y los socios tuvieron que atrincherarse varios días en la sede para resistir el desalojo.
A lo largo de su historia, el club ha mantenido una relación muy particular con los reclusos. Para ellos resulta un entretenimiento especial poder vivir cada dos semanas, los partidos desde las ventanas enrejadas de la cárcel. Ha habido algunas épocas en que sus jugadores recibían el aliento incondicional de los presos y otras en que las preferencias de los internos recaían en los rivales y sólo recibían insultos desde el penal. En ese ida y vuelta que se establece entre la cárcel y el Estadio se destacan dos historias; la de Mario Oriente que estando preso se hizo fanático de Lama y al salir del encierro terminó siendo directivo del Club y creando el himno de la Institución, y también la del camino inverso, la de Pablo Rodríguez, el hincha más fanático que luego de cometer un delito, terminó en el penal arengando a los jugadores desde su celda.
El ascenso de Lamadrid comprueba que la gloria también puede pasar por Devoto. Esperamos que sea perdurable y que el pretendido traspaso de la cárcel a territorio bonaerense no se lleve puesto el estadio Carcelero y con ello la alegría de todos sus hinchas.