Un chico de 5 años estuvo grave luego de un ataque; advierten que aparecen cada vez más escorpiones en casas y edificios de la ciudad.

Tomás Núñez, de 5 años, volvería hoy a su casa después de haber estado internado en el Sanatorio Güemes durante 10 días en grave estado y haber superado cuatro paros cardíacos. ¿La causa? Una picadura de alacrán.

Su historia no sólo conmovió sino que despertó preocupación entre los porteños: cada vez aparecen más alacranes (o escorpiones, para nombrarlos con corrección científica) en viviendas de la ciudad. El calor, la acumulación de basura, la demolición o la renovación de edificios antiguos están entre las causas ambientales posibles, aunque se desconoce a qué se debe el crecimiento aparente de la cantidad de estos arácnidos.

Hace una semana, un vecino de Barrio Norte llevó un ejemplar al instituto Luis Pasteur para que lo clasificaran. Lo atrapó en su departamento del piso 13 sobre la Avenida del Libertador. Cuando bajaban, su hija vio otro en el ascensor. Otro vecino, de Mataderos, entregó un ejemplar atrapado por él mismo.

«En los últimos años, está creciendo la cantidad de escorpiones que nos traen al instituto para su clasificación taxonómica, pero también la toxicidad del veneno», explicó el subdirector, Gabriel Pisapia. «Evidentemente, se están dejando ver más que hace ocho o 10 años, de acuerdo con lo que nos dicen los vecinos. La mayoría son venenosos y están en toda la Capital, sin importar el nivel socioeconómico. Pretender controlarlos mediante la fumigación no es la solución. Lo es el ordenamiento ambiental», agregó.

Según el Ministerio de Salud de la Nación, la picadura accidental es la causa más común de escorpionismo o alacranismo, sobre todo en las ciudades, ya sea en las viviendas, las oficinas o sus alrededores. La Rioja, Buenos Aires, Río Negro, Córdoba, donde hay cinco consultas diarias, y Santa Fe fueron las provincias con más notificaciones el año pasado con respecto a 2015. El año pasado se confirmaron 6213 de los 7668 casos atendidos en el país. En 2015, hubo un 5% más de casos (6370) confirmados, de los 7966 que se notificaron.

Pero ayer bastó que se difundiera el caso de Tobías Núñez para que cada vez comenzaran a conocerse más encuentros cercanos con estos arácnidos en las viviendas urbanas. Las fotos comenzaron a multiplicarse por las redes sociales. También lo hizo la oferta de fumigación, aunque no hay evidencia que respalde su efectividad.

En French al 2800, de Palermo, un fumigador cobró $ 1400 al dueño de un departamento con balcón a la calle para aplicar un líquido con la promesa de eliminar los cuatro alacranes que el padre de familia fotografió después de algunos zapatillazos.

En Palermo también vive Tobías, que dormía cuando un escorpión lo picó en el cuello. Sus padres lo llevaron rápido a la guardia del Güemes a las 5.30 del sábado 7 de este mes. Había pasado media hora apenas. «Inmediatamente, comenzó con vómitos», se lee en el comunicado que difundió ayer el sanatorio. Lo internaron en la Unidad de Terapia Intensiva pediátrica y se le administró el suero que envió el Hospital Nacional Dr. Alejandro Posadas para impedir que la toxina del veneno se adhiera a los tejidos con consecuencias mortales.

Aun así, Tobías se descompensó. Superó cuatro paros cardíacos con maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP), asistencia respiratoria, intubación y la administración de fármacos. Ya estabilizado, empezó a mejorar lentamente. Los controles identificaron una disfunción ventricular y un debilitamiento del músculo cardíaco (miocardiopatía dilatada). Después del alta, deberá continuar con controles ambulatorios en el Servicio de Cardiología Infantil.

«La mayoría de los casos que atendemos, por picaduras de alacranes venenosos o no, quedan en observación. En este caso, fue un ejemplar venenoso que en los más chiquitos, en los mayores y las personas con otras enfermedades puede ser grave», dijo Gabriela Pahissa, asistente de dirección médica del Güemes. Ante cualquier picadura, instó a consultar rápido.

Luis Acosta, investigador del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA) del Conicet, comentó que en el país hay entre 50 y 60 especies, desde Misiones hasta Santa Cruz. «Los escorpiones domiciliarios están en la Capital desde hace no menos de 40 años», explicó sobre el Tityus trivittatus, que se adaptó y persigue la urbanización. «El calor y la humedad los hace más activos y aparecen los accidentes porque crecen las chances de los encuentros con las personas -agregó Acosta, profesor de la Universidad Nacional de Córdoba-. La mejor manera de enfrentar a los escorpiones es con buenos hábitos de ordenamiento ambiental y cuidados edilicios. Es un animal bastante adaptativo, que busca refugios.»