De forma preventiva, se suspendió el retiro de adoquines en el pasaje San Irineo. La medida cautelar deberá ser resuelta por la justicia.

Así como el tango y el café, los adoquines son parte del ADN porteño, esa marca indeleble de un pasado que fue y que, en algunos lugares, todavía sigue siendo. Por eso, así como los cafés notables y esas voces que todavía siguen cantando, es menester poder mantener en el tiempo aquellas callecitas que tienen ese no se qué. Y que además tienen una bella adoquinada.

En ese contexto, la justicia porteña acaba de suspender el retiro de la batería de adoquines que adornan el pasaje San Irineo, ubicado en Caballito. Es que la obra se encontraba por arrancar cuando se topó con la medida cautelar de cumplimiento inmediato del juez Victor Trionfetti y su amparo presentado en defensa del patrimonio cultural e histórico de la Capital Federal. De tal forma, quedaron provisoriamente suspendidas todas las obras que afecten o modifiquen la estética del pasaje en cuestión. Los motivos que justifican la suspensión de las obras descansan en las palabras de la Constitución Nacional que obligan a «la preservación y restauración del patrimonio natural, urbanístico y arquitectónico» y especialmente a la Ley N° 1227 de protección del Patrimonio Cultural de la Ciudad que ofrece protección a «las vías circulatorias secundarias, adyacentes y/o circundantes a monumentos o lugares históricos de la Ciudad de Buenos Aires cuyo solado se encuentre actualmente ejecutado con empedrado o adoquinado».

De tal forma, al menos por ahora, la obra quedó en stand by. Y para todos aquellos que busquen guardar algunos espacios en la ciudad que reflejen lo que alguna vez la Capital Federal supo ser, eso es una victoria.