Se instalarán mil sensores que se encargarán de medir variables medioambientales, turísticas y de transporte. El objetivo: mejorar y anticipar la toma de decisiones.

Ya se ha dicho muchas veces y se repetirá hasta el infinito: las nuevas tecnologías llegaron, no (solamente) para la diversión y el ocio, sino también para mejorar la vida de las personas en forma significativa. En ese sentido, todavía se puede apostar por mucho, mucho más: con la implementación de una red de sensores, la Ciudad de Buenos Aires avanzará un paso más en la búsqueda de convertirse en una ciudad inteligente.

Se trata de un sistema que obtendrá datos en forma automáticamente, que permitirán conocer más y mejor cada aspecto de las variables medioambientales porteñas. Los sensores miden variables tales como la temperatura, humedad, presión, velocidad y dirección del viento, lluvia, intensidad lumínica, radiación solar, gases y contaminación ambiental. Pero no sólo eso: también se puede ir por más. Por eso, algunos sitios específicos medirán los flujos de circulación de personas y vehículos. Por último, una variable más específica medirá y controlará la carga y descarga de materiales que se hace en la zona comercial de once.

Resulta fundamental aclararlo: no se medirá ninguna variable que se relacione con la vida privada de las personas. Los datos obtenidos se transmitirán en tiempo real en un tablero al que tendrán acceso las áreas del Gobierno de la Ciudad interesadas, para posibilitar su utilización y aprovechamiento a la hora de tomar decisiones o anticipar patrones.

En total serán unos mil sensores los ubicados a lo largo y ancho de la ciudad. Los primeros ya están funcionando en edificios y espacios públicos, siendo el Ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología, el Parque de la Ciudad, el Ecoparque y los hospitales Pena, Argerich y Odontológico los primeros en probarlo.