En una iniciativa cada vez más frecuente, el ballet salió del teatro para visitar el barrio.

Si llegara un jueves, por poner el  caso, y no tenés un programa a la vista para el fin de semana, vale ver la programación del  Anfiteatro del Parque Centenario. La propuesta -si bien no cubre todos los fines de semana- es variopinta. Esto puede conllevar algún tipo de decepción si gustás de los artistas indie o las obras de teatro de vanguardia y te encontrás con un festival de folklore, aunque el sello distintivo es que  la mayoría de los espectáculos son de calidad y gratuitos.

Eso es lo que ocurrió el primer fin de semana de marzo cuando se presentó El Ballet Estable del Teatro Colón para interpretar obras de Piazzolla, Tchaicovski, o Gustav Mahler.

Así fue como se pudo ver el Pas de deux del II Acto de El Lago de los Cisnes con música de Piotr Ilich Tchaikovski y coreografía de Mario Galizzi basada en los originales de Marius Petipa y Lev Ivanov; Concierto para violín Nᵒ 1 con música de Max Bruch, coreografía de Clark Tippet y reposición coreográfica de David Richardson; Adagietto con música de Gustav Mahler y coreografía de Oscar Araiz; y A Buenos Aires con Coreografía de Gustavo Mollajoli y música de Astor Piazzolla.

Este concepto de llevar el Colón a la calle que se viene repitiendo en los últimos años (y que le debe mucho a Julio Bocca) tiene como principal resultado acercar a gente que jamás vio ballet a que tenga la oportunidad de conocer la punta del ovillo de un mundo no imaginado.

Tan es así que, además de quienes fueron de manera expresa  al anfiteatro también hubo curiosos, paseantes ocasionales del lugar o vecinos del barrio que tuvieron oportunidad de ver un espectáculo tal vez inédito para ellos.

Quizá el ballet haya pasado por el Parque y pocos se hayan enterado. Va a ver que prestar atención para la próxima.

Artículo publicado originalmente en el número de abril de La Brújula Barrial Caballito.