Juan Maldacena es uno de los grandes científicos argentinos. Y su historia comenzó en Caballito.
Siempre llama la atención saber que alguien que uno conoció de chico, y al que luego lo perdió de vista, es tapa de los diarios. Eso les ocurre seguramente a los vecinos de Avenida La Plata y Guayaquil. Es que Juan Maldacena, el gran físico teórico argentino, nació allí hace poco más de 49 años.
Vivió en la zona hasta los quince, estudió en la UBA y más tarde en el Instituto Balseiro de Bariloche, ciudad con la que mantiene un vínculo estrecho. Más tarde se doctoró en Princeton, hizo posdoctorados en Rutgers Y Harvard, ganó innumerables premios y hoy trabaja en sus investigaciones sobre física cuántica y agujeros negros en la escuela de Ciencias Naturales del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, el mismo en el que trabajó Einstein.
Hace poco recibió un nuevo premio: la Medalla Lorentz otorgada por la Real Academia de las Artes y Ciencias de los Países Bajos.
Fui en 1998 que el físico argentino ganó en notoriedad cuando postuló «La Conjetura Maldacena».
El científico dedica sus días al estudio de los agujeros negros, la cosmología, la física de partículas; la naturaleza en sus niveles más microscópicos. El mismo que de niño caminaba por la Avenida La Plata y estudió en el colegio Lasalle hoy se dedica a estudiar los misterios más grandes del Universo. Horas y más horas, días y más días entre fórmulas matemáticas e hipótesis. Si uno se preguntara qué estará haciendo Maldacena ahora, seguramente la respuesta sería simple: estudiar y trabajar con la paciencia de un científico para encontrar una parte escondida de la verdad.