A principios del siglo XX, en medio de la Revolución Mexicana, cuando el soldado Antonio del Río Armenta compuso la famosa canción “Si Adelita se fuera con otro” en honor a la enfermera villista Adela Velarde Pérez, nadie hubiera imaginado que un centenar de años después el Ministerio de Trabajo y la Justicia Penal en la Argentina se inspiraran en el estribillo de aquel corrido para resolver los conflictos gremiales en el país.

“Si Adelita se fuera con otro la seguiría por tierra y por mar, si por mar en un buque de guerra, si por tierra en un tren militar”, dice la letra de la canción ambientada en un clima bélico. Ese ambiente de guerra es el que se reprodujo a mediados de agosto en el centro del barrio de Villa del Parque para desalojar a los 15 trabajadores del ADELA’S Restó Coffee Bar, quienes, a fines de julio tomaron pacíficamente las instalaciones del lugar para defender sus puestos de trabajo e intentar continuar con el emprendimiento en forma de cooperativa.

El jueves 16 de agosto la Comuna 11 pareció convertirse en el escenario de una guerra por venir. Antes del amanecer, alrededor de las 6 de la mañana, un centenar de policías con camionetas y camiones cercaron el lugar ubicado en la calle Cuenca 2727, con un vallado propio de una batalla contra un ejército invasor. Semejante despliegue cinematográfico de la Policía de la Ciudad, para enfrentar a un pequeño grupo de trabajadores que lo único que pretendían era tratar de conservar un ingreso económico para poder mantener a sus familias, parece irracional y fuera de escala. Los asalariados se habían enterado de un día para el otro que habían sido despedidos y sólo se les ofrecía una cifra menor al 50% de las indemnizaciones correspondientes, si renunciaban previamente. Un comportamiento empresarial extorsivo, liso y llano.

En el momento de la invasión del nutrido escuadrón policial sólo había 3 trabajadores descansando en el local. No está de más aclarar, para contextualizar el conflicto, que a los trabajadores, además, se les adeuda el mes de julio y el medio aguinaldo, y que los dueños de la empresa no son pequeños comerciantes, sino los mismos que también son propietarios de la cadena “Café 5 Hispanos” y de los snacks  “Krach-itos”. Empresarios importantes en el sector alimenticio, que se comportan con la misma escasa responsabilidad que tiene buena parte del empresariado argentino. La importancia del sector patronal parece coincidir proporcionalmente con el accionar veloz de la Justicia, que inmediatamente, ante la denuncia penal realizada por los dueños por usurpación de instalaciones, no dudó ni medio segundo en ejecutar el desalojo con el máximo rigor posible.

Los asalariados estafados han iniciado un reclamo ante el Ministerio de Trabajo en pos de buscar una conciliación. Lamentablemente no es de esperar la misma premura en el accionar del Estado. El órgano oficial a cargo de Jorge Triaca no parece entusiasmarse por defender los derechos de los trabajadores (recordemos que su propia secretaria trabajaba en condiciones ilegales) mucho menos en este contexto de crisis social y ajuste permanente que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional pretende imponernos. Sobran los ejemplos en los que durante su gestión los conflictos gremiales y sociales han terminado con represión o desplazamiento de tropas “por tierra y por mar” hacia los lugares más remotos del país, desde Jujuy hasta Río Turbio. No hay demasiadas esperanzas de que eso cambie, aunque si es bueno recordar que el límite de los ajustes siempre está signado por la capacidad de resistencia de los ajustados.