Los Juegos Olímpicos de la Juventud, los terceros que se realizan en todo el mundo, pasaron por Buenos Aires. La cita que sea realizó entre el 6 y el 18 de Octubre contó con un millón de visitas en los cuatro parque principales y los espacios específicos en las afueras de la Ciudad. Una enormidad.
Más allá que la entrada fuera gratis (previa obtención del pase olímpico) quedó claro que la gente mostró interés dejando de lado la comodidad de sus casas y yendo al lugar de los acontecimientos.
La natación, la gimnasia o el hockey en el Parque Olímpico, el futsal en Tecnópolis, el baloncesto 3×3 en el Parque Urbano, el beach voley o el tenis en el Parque Verde, concitaron el interés de muchísima gente. Estos son solo algunos ejemplos: en todos lados hubo gente.
El tema es que muchos quedaron afuera o hicieron largas colas, sobre todo en el Parque Olímpico, en el que las capacidad de los estadios era limitada. Quizá sin perder la gratuidad habría que pensar alguna forma para que todos puedan ver, otorgando, por ejemplo, pulseras diferenciadas.
La actuación de los atletas argentinos superó las expectativas y más allá de medallas se ve que cuando se cuenta con el apoyo, en este caso con un trabajo de detección de talentos, se pueden lograr buenos resultados.
El Parque Olímpico quedará como lugar para el deporte de alto rendimiento, pero una duda surge con el destino del Cenard, ya que se habla que será vendido para otros fines. Si así fuera, en lugar de sumar se restaría y lo ganado en esta ocasión daría un paso atrás.
Los Juegos Olímpicos de la Juventud ya pasaron. Además de quedar en el recuerdo de atletas, allegados y de quienes hayan concurrido, sería bueno que sean un punto de partida. Una política deportiva integral, el uso de las instalaciones para los atletas de alto rendimiento y el incentivo para que muchos más que se acerquen al deporte serán el resultado deseable para que no todo quede acá.
Guillermo Cerminaro