Finalmente, a mediados del mes de agosto, la empresa Metrovías y SBASE (Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado), mediante un comunicado oficial reconocieron la presencia de material cancerígeno en las formaciones y túneles del subterráneo de la Ciudad de Buenos Aires ante la confirmación del diagnóstico de los primeros 11 trabajadores de la empresa con los pulmones afectados por el Asbesto, material que desde hace años está prohibido en todo el mundo.

En el año 2011, el entonces jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri, gastó 4 millones de euros (sin realizar ninguna licitación) para comprar en Madrid vagones de subterráneo al gobierno del Partido Popular en España, como parte de las relaciones carnales existentes entre ambos partidos neoliberales. Tanto el intendente porteño como Mariano Rajoy, el máximo dirigente del PP español, en aquel momento en campaña presidencial, hoy destituido por corrupto, presentaron aquella compra como un gran negocio para ambos países, cuando en realidad el único que podía festejar era el dirigente ibérico que se había sacado de encima una chatarra infecciosa que hoy tiene un valor casi inexistente.

Según denuncia la Asociación Gremial de trabajadores del subte, cuando surgieron en España las noticias sobre las muertes de trabajadores relacionadas con el asbesto, Metrovías y SBASE se limitaron a sacar de circulación trenes viejos (CAF 5000) sin prestar atención a las denuncias que ellos hacían sobre la existencia de este material cancerígeno en otras formaciones. Demoraron y siguen demorando tanto en establecer un plan de desasbestización (procedimiento que realizan empresas especializadas) como en realizar estudios médicos inmediatos a todos los trabajadores, ya que sólo se ha realizado una muestra con 80 operarios del taller Rancagua, de los cuales 11 tienen afectados sus vías respiratorias. La empresa contratista, y el gobierno Municipal a través de ella, han circunscripto la emergencia a los vagones CAF 5000 de la línea B y a los obreros de los talleres porque son ellos los que más riesgo han asumido al manipular el material (una fibra que se usó como aislante y al disgregarse puede ser respirada, y establecerse en los pulmones generando al cabo de unos años un engrosamiento cancerígeno). Sin embargo estudios realizados de manera unilateral por los Metrodelegados y la Universidad del Sur detectó asbesto en los coches Nagoya de la Línea C, en los General Electric de la E y en los Mitsubishi de la D, lo que, de confirmarse, agravaría seriamente el cuadro sanitario expandiendo el riesgo no sólo al resto de los trabajadores sino también a los usuarios frecuentes de la red de subterráneos de la ciudad. El comunicado de los trabajadores concluye de manera terminante: “El asbesto no se ve, no se huele y no se siente. El asbesto no distingue género, ni edad, ni usuarios de trabajadores. El asbesto mata”.

Para la gestión de gobierno de Horacio Rodriguez Larreta, como para la de su antecesor, la Salud Pública no resulta un área de interés, han recortado presupuestos, han desfinanciado programas, han  trabajado en constante tensión con los trabajadores del sector, que hoy se encuentra colapsado, desbordado para atender la demanda sanitaria creciente. La desidia que muestra para resolver este escándalo en el que se mezclan la corrupción y la crisis sanitaria es una muestra más de su escaso interés en el tema.

Eduardo de la Serna