¡Estamos salvados! ¡Pare de sufrir! ¡Nuestros problemas ya tienen solución! ¡Llegó la Cabina anti-estrés a la ciudad de Buenos Aires!
Un espacio público que permite a los residentes de la ciudad y los turistas que la visitan, eliminar en unos minutos, todas las tensiones con que la vida moderna suele asolar la El estrés de luchar contra el estréscotidianeidad. Esta brillante idea que nos llega desde la Ciudad de Los Ángeles, en Estados Unidos de América, tiene además la pretensión de publicitar la adopción de mascotas.
Se trata de un cubículo vidriado, cubierto de césped sintético en el que los vecinos pueden permanecer durante 15 minutos, sentados sobre un almohadón escuchando la música relajante que surge de los auriculares y acariciando los cachorritos de perros y gatos que van saliendo a escena desde las puertitas laterales inducidos por los organizadores de la propuesta. Afuera de la pecera anti- estrés el público puede observar las bondades terapéuticas del sistema, la transformación de personalidades abatidas en personas rebosantes de salud. Un espectáculo gratuito de 3 horas de duración que puede resultar mucho más interesante que la programación televisiva, sobre todo ahora que el fútbol ha dejado de ser para todos. Al término de la sesión, los des estresados se dan cuenta que la experiencia no resulta tan gratuita como se publicita. Al salir del recinto se ven acosados por los organizadores, quienes les ofrecen adoptar a las mascotas que estuvieron acariciando unos instantes antes para calmar su ansiedad, de tal manera que, muchos de ellos, regresan a sus hogares tan contracturados como antes y sintiendo que la terapia resultó ser una pantalla para encajarles un gatito abandonado
En un principio, esta casita de la felicidad, se ha instalado en una plaza del barrio de Palermo, pero irá rotando por todos los barrios de la ciudad.
Esta nueva iniciativa del gobierno porteño que parece dirigida a un minúsculo sector de snobs, más que al grueso de la población, ha recibido críticas de todo tipo; organizaciones protectoras de animales indignadas por el trato que se les dispensa a las mascotas, contribuyentes enojados por el destino que se le da a los impuestos que paga cada vez con más esfuerzo, madres furiosas porque no hay aulas para sus hijos en los colegios municipales pero se construyen habitaciones relajantes, ancianos que ahora tienen una cabina anti stress pero no pueden conseguir medicamentos y profesionales médicos que consideran que la habitación está diseñada con un concepto circense de la salud a la que convierte en una parodia lamentable.
Con ironía, en las redes sociales ya aparecieron nuevas propuestas para instalar en la ciudad, como las “Cabinas anti tarifazo” en todas las esquinas de los barrios más humildes donde un grupo médico atendería a las víctimas de la facturación de las empresas de servicios públicos o las “Cabinas sentirse humano” en las zonas más ricas, unos cubículos donde los vecinos podrían acariciar a niños pobres o pequeños inmigrantes africanos que aparecerían desde las puertas laterales, alcanzarles alguna galleta o ropa vieja e incluso sacarse una foto con ellos para lavar sus conciencias y poder comentar con sus amigos a la hora del té y las masas secas:”¡Me saqué una foto con un negrito!”
La gran cantidad de críticas recibidas es posible que produzca que las cabinas se llenen de funcionarios del gobierno porteño abatidos por el estrés de luchar contra el estrés.