Los títulos, los documentos, los papeles firmados: aunque tengan una importancia legal para la cultura, los verdaderos reconocimientos deben ser populares. Y, aunque muchas veces aquello señalado como de “interés cultural” es simplemente la representación escueta de una búsqueda forzada e intencionada, muchas otras esa iniciativa sirve para volver a darle valor a algunas cuestiones que ya lo tienen por sí mismo. Por eso resulta interesante el reconocimiento de dos espacios porteños: la oficina y discográfica de Sandro y el mural en honor a Quinquela Martín.
Por un lado, el conocido como “Castillo de Sandro” fue su lugar de trabajo y creación, un espacio de inspiración y desarrollo profesional ubicado en Pavón 3939, en la comuna 3. Este reconocimiento oficial surge a partir de una propuesta del diputado Omar Aboud.
Por otra parte, “El Regreso de Quinquela” –así se llama el mural en cuestión- se convirtió en 2014 en el mural más grande del mundo “hecho por un solo pintor” y, ahí también –además de ser un merecido homenaje- radica su importancia histórica. Así definió Abboud la importancia de este punto de la Ciudad: “La obra en el paisaje urbano dio lugar a la fusión entre la vida cotidiana y el arte. El mural genera nuevos vínculos entre los vecinos y es atractivo turístico del barrio”.
Y, como se dijo, ambos espacios destacan por su existencia y herencia más que por un reconocimiento firmado en un papel. Sin embargo, siempre es bueno que se aliente ese reconocimiento para hacer crecer, aún más, el caudal cultural de la Ciudad y sus barrios.