La cultura argentina no gana para sustos. Después de cuatro años de epidemia neoliberal en que la cultura, así como la salud y la ciencia, dejaron de merecer un ministerio para transformarse en secretarías y los cierres de editoriales, librerías, centros culturales, salas teatrales y cinematográficas se multiplicaron en todos los rincones del país, llegó la pandemia del COVID 19. Sobre llovido; mojado. En medio de este panorama desolador podremos, ahora sí, ver la luz al final del túnel. Ya que reabre sus salas subterráneas debajo del obelisco, el tradicional Cine Arte Lumiere, en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires.
No todas son malas noticias para la cultura argentina. En junio de 2019, debido a la crisis económica, cerró el cine BAMA, ubicado en la Galería que da sobre Diagonal Norte 1150 y que tiene entrada también por la Avenida Corrientes. Un espacio tradicional con más de 70 años de historia en la exhibición cinematográfica. Una nueva sociedad comercial se ha hecho cargo del establecimiento y bajo el nombre de Cine Arte Lumiere ha renovado el Complejo de tres salas subterráneas. Las salas renovadas cuentan con equipamiento de última generación: la sala 1 con DCP y proyector de 35mm; la sala 2 con DCP; y la sala 3 DCP, cañón 4K y escenario retráctil para presentaciones y performances. Todas con butacones confortables, ascensor para el desplazamiento de personas con movilidad reducida, y un espacio de cafetería. En total, tendrán capacidad para 320 espectadores. En las obras realizadas se puso especial atención en trabajar sobre la acústica de las salas, aislándolas entre sí y del sonido que producen los vehículos subterráneos de las líneas B, C y D que las rodean. A estas tres salas físicas que habían sido completamente remodeladas antes de la emergencia sanitaria, se le ha incorporado una cuarta sala; la Sala Virtual, que en estos tiempos de cuarentena, proyecta en streaming desde el sitio web cineartelumiere.com.Una vez levantadas las restricciones que impone la pandemia de COVID 19, el complejo abrirá sus puertas al público. La programación seguirá conservando la tradición de cine prestigioso, no comercial, alejada de los grandes tanques de Hollywood que marca su historia. También, como siempre, tendrá su espacio para directores argentinos y latinoamericanos y se realizarán ciclos temáticos y exhibiciones de los grandes clásicos del cine universal. La idea es transformar al espacio en un centro cultural, razón por la cual durante las mañanas se desarrollarán talleres, charlas y conferencias. El emprendimiento está acompañado por el Instituto Lumiere de Lyon, la librería Ocho y medio de Madrid, y algunos de los más importantes Festivales de Cine Internacional como Cannes, Venecia y Sitges. La nueva empresa prevé establecer una relación con Netflix, que le permita estrenar en el complejo alguna de sus series, uno o dos meses antes de que se estrenen en la plataforma. Desde el último jueves de mayo, comenzó a funcionar la sala virtual (gratuita, sólo hay que anotarse en la página) con títulos como “La decisión”, del iraní Vahid Jalilvand, (Premiada en Venecia), “La guerra silenciosa” del francés Stephané Brizé(Seleccionada en Cannes) y “El acusado y el espía”, una versión del controvertido Roman Polansky (Premiada en Venecia) sobre el caso Dreyfus, aquel militar francés de origen judío, encarcelado injustamente por su propio ejército en el siglo XIX, que el escritor Emile Zola inmortalizara en su libro “Yo acuso”.
Por Eduardo de la Serna