El 50% de la basura de los hogares son residuos orgánicos que se pueden aprovechar. Esto lo podemos lograr a través del compostaje, un proceso de transformación de la materia orgánica para obtener compost, un abono natural.
“Si el agua que tomo se pudre, se pudre, me pudro por dentro también. Si el aire que respiro se pudre, se pudre, se pudre mi forma de ser”, canta la banda nacional Arbolito intentando sensibilizar la conciencia de una población adormecida por el consumo.
Los vecinos de la ciudad de Buenos Aires comenzaron a compostar residuos orgánicos de forma comunitaria en sus veredas, para reducir la basura que se descarta y utilizarla como nutrientes de plantas y huertas, una iniciativa que se replica del Club del Compostaje.
«Compostar los restos de fruta y verdura cruda, yerba, té, cáscaras de huevo, con ramas secas, pasto, hojas u otros secos tiene que ver con la economía circular, el compost provee el sustrato a la tierra y parte de los residuos de esa huerta», explicó a Télam el economista agrario, Agustín Carpeta.
Nos acostumbramos a desechar todo lo que tenemos a nuestro alrededor como si fuese lo mismo. Nos estamos hundiendo día a día en nuestra propia basura y vamos directo una cadena tenebrosa de desastres naturales imparables. Por eso podemos tomar la rienda de nuestras responsabilidades y de nuestros desechos orgánicos que se pueden emplear para mejorar y fortalecer el suelo del césped, de los arbustos, de los árboles, con una calidad de asimilación muy superior a la de sustancias químicas.
«Apuntamos a capacitar a la gente para que composte en su domicilio, en tachos de pintura de 20 litros en terrazas, patios o balcones, pero para quienes viven en espacios muy reducidos, sin balcón o son grandes generadores, proponemos hacerlo de forma comunitaria en la vereda», señaló Carpeta. El sentido del club es «pregonar que compostar no genera mal olor, bichos, sino que es una fermentación aeróbica que transforma los residuos y genera nutrientes y evita la contaminación del aire, de las napas del suelo y por ende del agua».
Estas son algunas de las composteras comunitarias que están activas en el presente y fueron acogidas por los vecinos; La «Huerta Tierra Salud», ubicada en la avenida Warnes al 2450, en La Paternal y la primera compostera barrial de Chacarita, sobre Roseti esquina Forest.
A su vez, en ese barrio hay otra iniciativa de compostaje barrial y comunitaria denominada «Playón, Manzana 8»; también la huerta vecinal «Villa Pueyrredón» ubicada en Curupaytí y Argerich de ese barrio porteño; «Los verdes de Monserrat», en Solís al 1200; en los Barrios Saldías en Retiro, Churrúa en Nueva Pompeya y Mitre en Saavedra.
El proyecto de «Mataderos Verde» composta de forma comunitaria en la calle Carhué al 2000, en Mataderos; la Huerta Coghlan, en Manuel Ugarte al 3900; Adel Asordeaux, en la localidad bonaerense de Malvinas Argentinas; Emilia Vaca, en la calle Manzone al 500, en Acasuso y la sede Marambio, en Antofagasta, Chile.
«De 10 kilos de orgánicos, se saca 3 kilos de compost y en una cubierta de neumáticos donde podemos sembrar y llenar con 10 kilos de sustrato, se generan diez kilos de comida al año», indicó Carpeta, quien trabajó junto a la legisladora porteña del Frente de Todos Cecilia Segura, para presentar el proyecto de huertas públicas agroecológicas, el cual ingresó a la Legislatura el 27 de marzo pasado.
En el mundo virtual de las redes sociales diferentes grupos de Facebook como «Compostar en una papa» comparten sus conocimientos y experiencias e incluso se intercambian lombrices o composteras y buenas vibras.
Fermín de la Serna