Las problemáticas habitacionales de la ciudad y el conurbano bonaerense crecen día a día potenciadas por la pandemia. Desalojar con topadoras es algo del pasado. Ya no está de moda, queda feo, ahora el desalojo es a través de la financierización del suelo.

“Si no te mudás te quedás en la calle. Esas son las opciones”, le dijo un trabajador de la Secretaría de Integración Social y Urbana (SISU) a Elena, una señora que tenía su casa en el sector Bajo Autopista del barrio Mugica -ex villa 31- donde cocinaba y vendía a los vecinos de la zona. Poder obtener un techo en la villa 31 significa comprometerse con una deuda personal y doméstica creciente conformada no solo por la cuota de la hipoteca correspondiente, sino que también una cuota por gastos de administración y servicios; en que la acumulación de deuda termina opacando el supuesto derecho adquirido de acceso a la vivienda. 

Está claro que el famoso #quedateencasa no es para todos igual. Los que no tienen voz, los marginados, los nómades que miran con ojos cansados los privilegios ajenos están por debajo en la escala de prioridades. La brecha cada día se profundiza más y la tapamos con cemento alisado. 

Para la clase media, el acceso a la casa propia por toma de deuda tiene su ejemplo más reciente en los créditos UVA. Paola Gutiérrez, presidenta del colectivo Hipotecados UVA, resuena en el concepto de generar deuda para legalizar los desalojos con su historia y la de los miles de los que ella misma denomina «víctimas de una publicidad engañosa que realizó el gobierno de Mauricio Macri junto con el sistema financiero». De acuerdo a datos del Indec, el valor de UVA, y la evolución del salario, desde marzo del 2016 hasta agosto 2020, la UVA aumentó un 307 por ciento, mientras que los salarios se incrementaron un 247 por ciento. Es decir, las cuotas variaron por encima que los ingresos. «Fue una política pública de acceso a la vivienda que fracasó y necesitamos que el gobierno lo revea», concluye Gutiérrez.

Después tenemos el otro lado de la moneda, las formas de ocupación de las elites, que mayormente son vía barrios cerrados o emprendimientos premium sobre humedales, modifican la estructura y encarecen el entorno, expulsando a quienes no pueden pagarlos (la irregularidad de las elites alcanza a 900 barrios cerrados en Provincia de Buenos Aires que no se encuentran regularizados). Durante los meses más intensos de cuarentena, afloró una serie de romantización de la vuelta al campo y periferias como forma de escape de los males de la ciudad. De acuerdo a un informe de Mercado Libre Inmuebles, crecieron de manera significativa las consultas e intenciones de compra de distintos sectores de periferia: la intención de compra entre abril y septiembre fue para el AMBA del 377 por ciento interanual, concentrada en aglomerado norte (que aumentó 463 por ciento), luego el oeste, 360 por ciento, y por último el sur, que sin embargo se posiciona como nuevo segmento a desarrollar, en 290 por ciento.

Deberíamos despertar la sensibilidad, la responsabilidad y la solidaridad de una sociedad que esta anestesiada. 

Fermín de la Serna