Fue a través de una nota presentada frente a la Legislatura Porteña en la que advierten que los niveles de ruido de la Ciudad de Buenos Aires están entre los más altos del mundo.

Luego del silencio de los primeros meses de pandemia, la Ciudad retomó gran parte de su pulso habitual. Y ese ritmo tiene idas y vueltas y coches que vienen y van, todo el día, llevando sus ruidos de acá para allá, sus motores y sus bocinas y sus gritos y su apuro. Y eso terminó por ganarle al silencio, por romper el silencio y la quietud como otra dimensión de la ciudad, que crece, invisible pero presente, como el recuerdo de que todo retoma cierta normalidad. Por eso, un grupo de expertos del Consejo de Planeamiento Estratégico publicó una nota frente a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires para reclamar por medidas frente a la contaminación acústica.

En el texto, este Consejo “recomienda al jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que por su intermedio, realice las gestiones necesarias para producir los cambios necesarios con el objetivo de mitigar de manera progresiva e integral los niveles de ruido provocados por las fuentes móviles y fijas de nuestra Ciudad”. Este reclamo, según afirman, sucede a raíz de que “dentro de la normativa nacional y jurisdiccional hallamos un sinnúmero de organismos y solapamientos de regulaciones sobre el control, medición y competencias en materia acústica que podrían impedir una efectiva coordinación y armonización para producir políticas públicas que mejoren progresiva y sostenidamente los estándares del ruido”.

En este sentido, la organización señala que según la OMS, “la pérdida auditiva por exposición excesiva a ruido es una de las enfermedades irreversibles más frecuentes”. En ese sentido, suena alarmante que los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires escuchan como una persona 16,54 años mayor: “La pérdida de audición media es de 0,71 y los niveles de contaminación acústica fueron de 0,59, para un Índice Combinado de Pérdidas Auditivas de 1,3”, dice la nota y aclara que este rango no solo es el más alto del país sino que está entre los más elevados en todo el mundo.

Hace algunos años, el Gobierno Porteño diseñó el llamado “Mapa del Ruido” en el que se detallaban las calles y avenidas con mayor contaminación acústica, con el objetivo de “supervisar los estándares de calidad acústica en base al impacto sobre la población afectada”. En ese estudio, Villa Devoto (junto con Barracas y La Boca) resultó ser la zona con la menor contaminación acústica.

Ahora, con el retorno al caos del día a día, el desafío será volver a encontrar lugares para el silencio, como quien busca un tesoro que está esperando, quién sabe dónde.