«No me gusta la búsqueda de la fórmula, la gente que prioriza el resultado por encima del proceso»
LB: ¿Qué relación mantenés con la virtualidad y la tecnología?
MG: Soy adicta a las redes sociales porque quiero estar informada. Además la cantidad de amigos y familia que tengo en el exterior es bastante y me da una vinculación permanente. Me gusta mucho la conexión de redes donde uno puede armar colectivos de trabajo y convocar y linkear grupos. Leo muchas revistas o contenidos que sólo están de forma digital y sólo puedo acceder de esa forma. Y también en otros idiomas como el portugués o el inglés.
LB: ¿Y no sentís que estás perdiendo conexión con el mundo real?
MG: No, porque leo libros. Todo lo que construyo en la virtualidad es un diálogo permanente. Y cuando corto todo eso, soy mamá de mis hijos, mujer de mi marido y por sobre todo leo y lleno de contenido todo lo que publico. No lo ocupo desde un lado narcisista, obviamente que me saco selfies pero no me interesa la autorreferencialidad. Cuando soy feliz no estoy posteando fotos o videos pero mi forma de pensar tiene un funcionamiento digital y estoy enamorada de un ser analógico. Me encantan las personas que pueden entender y les interesa el funcionamiento de las cosas.
LB: ¿No sentís que existe un gran rencor detrás de las redes sociales?
MG: La red social es un lugar también de resentimiento y de mucha queja para el que no encuentra la manera creativa de transformar ese sentimiento tan pedorro como es la envidia. El veneno que tenemos adentro los seres humanos también lo sacamos a través de Facebook o de Twitter. Nunca fui muy atacada por los redes sólo cuando hice el texto de “Despenalicen el aborto” que me amenazaron a mí y a mi familia. Lo publiqué en Facebook, lo levantaron todos los medios y me invitaron a debates televisivos y radiales.
LB: ¿Cuándo empezaste a actuar no existían los celulares?
MG: Había unos zapatófonos, unos movicom enormes. Yo empecé con Juan Carlos Desanzo, con Adolfo Aristarian cuando el cine se filmaba en 35 mm, toda muy vieja escuela. Fue una época hermosa, filmar “Roma” con Adolfo en el 2004, su última película, fue una de las mejores experiencias de mi vida. Yo había terminado de rodar “El polaquito” y me llamaron para hacer esta película. Aprendí mucho. Pertenezco a este mundo donde formamos toda una gran familia, la familia del cine argentino. Veo mucho y me gusta. Al igual que el teatro. Me parecen los mejores del mundo, los defiendo a capa y espada.
LB: ¿Qué no te gusta de tu trabajo?
MG: No me gusta la búsqueda de la fórmula, la gente que prioriza el resultado por encima del proceso, no me gusta la gente que cree que por tener a un actor famoso vas a hacer el taquillazo. No me gusta que se venda la cultura por el espectáculo para hacer un negocio y que industrialicen los símbolos patrios. El cine está para contar historias y para generar contenido y no para hacer un producto y vender una imagen. Generalmente atrás del cine que busca sólo premios está el lavado de dinero, de mucho dinero. Y todo eso a costa de los actores y el desgaste físico que hacemos para filmar una película.
LB: ¿Cómo ves el cine y la televisión en los últimos tiempos?
MG: Me parece que estamos en un retroceso muy grande porque los formadores de opinión pública volvieron a ser Tinelli, Susana y Mirta Legrand. Estamos caminando para atrás y duele mucho. Antes uno podía ver a Susana o Mirta pero tenía otras opciones, tenías ficciones nuestras y muy plurales, tenías radios, tenías más cultura. En cambio ahora estamos colmados de programas de otros países. En las crisis se precariza todo.
LB: ¿Qué estás haciendo en la actualidad?
MG: Estoy ensayando y escribiendo mi primera obra de teatro que es para fin de año. Y ahora me estoy yendo a filmar una película a Inglatera. Un thriller político de un director argentino que vive hace 20 años en Londres. La película trata sobre un escuadrón militante de las redes que hacen un poco de ruido en contra del fascismo mediático. Habla sobre el rechazo que tenemos a nosotros mismos. También estoy apuntando a hacer el desarrollo de un guion cinematográfico, de un largometraje, pero la verdad que estos últimos años me está costando mucho más vivir y tengo menos tiempo para poder soltarme a hacer esas cosas. Por qué bajo mucho el trabajo para los actores y la vida se enrareció mucho. Cada día existe menos presupuesto para la cultura y más para los los culos y las las tetas.