El comienzo de 2018 ha traído un nuevo capítulo de las históricas relaciones carnales entre fútbol y política de la mano de los cantos contra el presidente Mauricio Macri en los estadios de fútbol. Mientras un futbolista desmemoriado como Carlos Tevez declara desconocer estas vinculaciones, una muestra en el Museo del Club Atlético River Plate une memoria, fútbol y política.

Desde que el fútbol es un deporte de masas ha estado inevitablemente relacionado con los humores políticos y sociales dominantes. Esta vinculación ha sido una constante y se ha dado de maneras muy diferentes en la Argentina y en el mundo. Una de ellas, la de las canciones en las tribunas, es un clásico de todos los tiempos. Por estos pagos se puede recordar a la hinchada de Nueva Chicago cantando la Marcha Peronista durante la última dictadura militar o a las hinchadas de los clubes de Avellaneda en la década del 80 dedicando canciones irónicas a Herminio Iglesias o Juan Manuel Casella. ¿Qué otra cosa que manifestaciones políticas y sociales son las canciones discriminatorias y xenófobas que se escuchan en los estadios de todo el mundo? Pero la relación entre futbol y política es de lo más variada: Va desde la “Guerra del Fútbol” que se desató entre El Salvador y Honduras en 1969 hasta la influencia que la anulación de dos goles en un partido entre nativos y colonos en 1957 tuvo en la posterior Marcha por la Independencia del Congo Belga. Desde Empresarios que han utilizado al fútbol como plataforma de lanzamiento político como Cartes, Berlusconi o el propio Macri, hasta futbolistas que se transforman en funcionarios políticos como George Weah, Romario o Bebeto. Desde las varias huelgas realizadas por futbolistas como la de 1948 liderada por Alfredo Distefano o la de 1975 que provocó que River saliera campeón luego de 18 años con un equipo integrado por juveniles, hasta los futbolistas desaparecidos en Argentina por su militancia Política como Luis Ciancio (Gimnasia de la Plata) y Carlos Rivada (Huracán de 3 Arroyos). El Mundial de Fútbol 1978  fue utilizado políticamente por la Dictadura Argentina, de la misma manera que la dictadura tunecina de entonces utilizó el triunfo de su equipo ante México por ser el primero de un equipo africano en un Mundial. En ese mismo torneo el equipo holandés se negó a participar de la fiesta final en repudio a los dictadores y su arquero Jongbloed estuvo con las Madres de Plaza de Mayo.

Desde el 20 de marzo se exhibirá en el Museo del Club River Plate (Av.Figueroa Alcorta 7509) la muestra NO FUE UN JUEGO en la que se expone la influencia del régimen nazi en el fútbol de la época. La presentación patrocinada por el Museo del Holocausto consta de 11 historias diferentes que nos permiten vivenciar la influencia del poder sobre el fútbol en uno de los períodos más trágicos de la humanidad. Conoceremos entre otras las historias de los clubes perseguidos por el nazismo como el Bayern Munich y el Borussia Dortmund y la de los mimados por el régimen como el Shalke 04, ganador de 6 de sus 7 títulos en la década del 30 sin perder un partido durante 4 años. También la de futbolistas como el austríaco Matthias Sindelar, quien por negarse a integrar el seleccionado alemán apareció muerto en 1939. La muestra termina el 15 de mayo, pero es posible que continúe en el Museo del Club Boca Juniors, de ser así sería bueno que Tevez la visite, recupere la memoria y desista de hacernos creer que el Barrio Fuerte Apache es una burbuja en la que sus habitantes no saben nada de lo que pasa en el mundo.