En la Ciudad de Buenos Aires, las víctimas fatales en accidentes de tránsito han sufrido un gran incremento a partir de 2014. En los últimos años se han registrado unas 120 muertes de promedio por año. Una cada tres días, diez al mes. La muerte de una agente de tránsito y las graves heridas sufridas por su compañero mientras realizaban controles viales en la Avenida Figueroa Alcorta han desnudado, además de la inseguridad vial que se vive en la ciudad, el estado de precariedad laboral a que son sometidos un importante porcentaje de los empleados municipales.

Durante 2018, en la República Argentina se produjeron 7.234 muertes en accidentes de tránsito, 134 de ellas en la Ciudad Buenos Aires. El aumento de estas cifras en los últimos años se debe a múltiples factores  pero fundamentalmente deja al descubierto la ineficiencia de las políticas oficiales en materia de seguridad vial.  Los conductores deben comprender que cada vez que manejan están usando un arma, los peatones que las normas de tránsito están hechas fundamentalmente para protegerlos y las autoridades que la inseguridad vial genera, desde hace rato, muchas más muertes que todos los delitos juntos. Hoy son el triple. No hay mayor inseguridad en el país que la vial. Lo que demuestra la falla clara del estado nacional y los estados provinciales en asumir esta responsabilidad. Tampoco se pueden minimizar los intereses económicos en juego, sino no se podría entender como los automóviles se fabrican con velocidades máximas que superan los 200 kilómetros por hora siendo que las máximas velocidades permitidas en las rutas argentinas son muchísimo menores. En la medida que nadie quiera ponerle el cascabel al gato, será inevitable que la tragedia vial nos siga enlutando diariamente. También es necesario comprender  que el aumento de las sanciones a los involucrados puede resultar necesario pero no suficiente para bajar estas cifras. Los aumentos de las penas llegan siempre tarde, cuando las muertes ya se han producido, por lo que el sostenimiento de constantes y variadas campañas de prevención se hace indispensable.

Paradójicamente, el 8 de septiembre a la madrugada, el accidente fatal que se produjo en la Avenida Figueroa Alcorta de nuestra ciudad, tuvo como víctimas a dos agentes de control de tránsito; Cinthia Choque de 28 años quien murió en el accidente y Santiago Siciliano de 30, quien quedó gravemente herido. Los empleados municipales fueron atropellados por Eugenio Veppo (31), agente de prensa del Ministerio de Justicia, quien conducía a gran velocidad realizando maniobras temerarias y no se detuvo para socorrer a las víctimas. Recién se presentó ante la policía, 14 horas después cuando la posibilidad de controlar el consumo de alcohol o drogas ya no tenía razón de ser. La tragedia dejó en evidencia la precarización laboral que sufre una gran parte de los empleados de la Secretaría de Transporte de la Ciudad de Buenos Aires. El 70 por ciento de estos agentes que visten uniformes celestes y amarillos, son monotributistas, no cuentan con ART, ni seguro de vida, ni tienen cubierto el sepelio, pese a trabajar en la calle, sin protección policial, expuestos a diversos riesgos. Estos trabajadores municipales, no cobran aguinaldo, ni antigüedad, ni indemnización en caso de despido y son los mismos que deben hacer las multas que cobra una ciudad que tiene en negro a buena parte de sus empleados. Cabría preguntarse: ¿Quién le hace la multa al Gobierno Municipal por incumplimiento de la ley de contrato de trabajo?

Por Eduardo de la Serna