En el año 1979 Francis Ford Coppola estrenó “Apocalipsis Now!” luego de sortear las innumerables peripecias que rodearon a la filmación. La película que recreaba los horrores de la guerra de Vietnam, conmocionó al mundo y se convirtió en un hito cinematográfico. Durante el mes de febrero de 2020, el barrio de Villa del Parque se vio conmovido por la furia apocalíptica que la empresa proveedora de energía descargó sobre los vecinos, provocando escenas dignas de una película sobre el fin de la vida humana.
La Biblia dice que habrá 4 jinetes del Apocalipsis, que vendrán a arrasar el planeta, montados en briosos y coloridos caballos. A los argentinos el asunto no nos asusta demasiado ya que conocemos muy bien a dos de ellos: EDENOR y EDESUR. Particularmente a este último, el jinete más salvaje de todos, el que asola sin piedad desde hace años el territorio de la Comuna 11 de la Ciudad de Buenos Aires y especialmente al barrio de Villa del Parque (VEDEPE). Los habitantes de esta zona de la ciudad de Buenos Aires estábamos advertidos de su saña porque desde hace mucho tiempo nuestros veranos se han convertido en una tortura energética, pero el ataque sufrido durante el mes de febrero ha sido digno de una película bélica hollywoodense: Explosiones y estruendos, lenguas de fuego y humo negro por aquí y por allá producto del incendio de varias de las cámaras eléctricas que pueblan la zona, sirenas estridentes, bomberos y policías corriendo de un lado a otro y la secuela de esos enormes carros de asalto que constituyen los inmensos generadores eléctricos que aparecieron instalados en diferentes calles de Villa del Parque, ensordeciéndonos con su ruido atronador, dándole al barrio un aspecto de ciudad tomada. Así, los vecinos estuvieron 24, 48, 72 horas y más, sin energía eléctrica en sus hogares; ancianos abandonados a su suerte en los pisos altos de los departamentos, electrodependientes poniendo en juego su vida, kilos y kilos de comida tirados a la basura luego de perder la cadena de frío en heladeras comerciales y hogareñas, negocios cerrados y noches oscuras bañadas en transpiración, hasta que hastiados decidieron tomar el toro por las astas. Cansados de que una máquina atendiera sus reclamos telefónicos y de esperar que EDESUR brindara una solución al problema, entraron en acción: Se apersonaron ante la cuadrilla que la empresa había enviado a observar la cámara incendiada en Campana y Melincué e impidieron que los operarios se retiraran hasta que no llegara un generador al barrio y al día siguiente cortaron las vías del Ferrocarril San Martín sobre la calle Cuenca impidiendo el paso del tren durante varias horas. Luego de estas contundentes manifestaciones vecinales, aparecieron los generadores y la luz volvió al barrio. La solución no vino de la mano de la buena predisposición de la empresa, ni de un héroe individual como en las clásicas películas de Hollywood, sino de la movilización colectiva de los vecinos, quienes, enfurecidos ante el maltrato constante que reciben, salieron a reclamar por su derecho a recibir un servicio eléctrico digno. El aumento de tarifas producido a partir de 2016 le permitió a EDESUR ganar 4.300 millones de pesos en el trienio 16/17/18, sin embargo el servicio prestado siguió siendo el mismo desastre de siempre, echando por tierra el argumento del “atraso tarifario” que esgrimía la empresa para justificarse. ¿Alguna vez el Estado tomará cartas en el asunto para lograr que los ciudadanos tengamos un servicio eléctrico accesible y de calidad o tendremos que salir cada verano a la calle para impedir que el Apocalipsis nos lleve puestos al infierno?
Por Eduardo de la Serna