Dos sucesos acaecidos en el país a fines de noviembre, y aparentemente no ligados entre sí, trajeron a la discusión social el tema de la Perfección. La muerte de Diego Maradona y las afirmaciones realizadas por la Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, describiendo a los docentes como pobres, viejos, militantes y fracasados, parecen en principio no tener nada en común, pero sin embargo ambos nos llevan a vislumbrar una sociedad de “los Perfectos” y otra de “los Imperfectos”. 

La ministra, quien nunca estuvo frente a un curso, declaró, además, que los maestros de la ciudad adoctrinaban a sus alumnos con sus ideas de izquierda. Si bien los términos educar y adoctrinar aparecen como sinónimos en varios diccionarios, incluso en el de la Real Academia Española; en la consideración popular están vistos casi como antónimos, como opuestos. Uno; educar, está muy bien considerado, tiene “buena prensa”, mientras que con adoctrinar, sucede todo lo contrario. Se lo usa de manera despectiva y se lo liga al pensamiento sectario e intolerante. Para el ideario de derecha, que representa al establishment, existe un orden natural en el que unos han nacido para servir y otros para ser servidos y en su esencia, eso no ha cambiado con los siglos. Este dogma ha debido acomodarse al paso del tiempo, ha sabido adecuarse a la nuevas tecnologías y revalorizado a la educación y la información como herramientas fundamentales para la transmisión de ideas y el ejercicio del poder. De esta manera, sus cultores se han ido apropiando de supuestos valores éticos que le permiten sostener el poder real, más allá de las coyunturas políticas; la Libertad, la República, la Tolerancia, la Decencia y hasta la Democracia han pasado a constituir parte de su propiedad privada. No conformes con el patrimonio material que ostentan se han adueñado de una serie de valores que no poseen. Ahora se presentan ante la sociedad como si estuvieran cargados de cualidades que carecen. Exigen a quienes se les oponen que sean tan “Perfectos” y “Puros” como ellos se autoproclaman. Un canto a la doble moral y la hipocresía. ¡Mauricio Macri, multiprocesado por delitos económicos, ganó las elecciones presentándose como líder de la lucha contra la corrupción!

Una de las máximas que han impuesto es que la derecha “educa” y la izquierda “adoctrina”. Así, los maestros que tuvo la ministra en el colegio privado presidido por un criminal de guerra nazi le dieron una excelente educación, mientras que los alumnos que toman clases en las escuelas públicas  de la ciudad son adoctrinados por docentes con supuestas ideas de izquierda. De la misma manera  que los medios de comunicación de la derecha, “informan” y los de izquierda “adoctrinan”. Se presentan como objetivos, independientes, transparentes, inmaculados, a pesar de que el diario fundado por Bartolomé Mitre desde la fundación de la patria que nos está “adoctrinando” diariamente, a pesar de que el diario fundado por Roberto Noble es una usina de mentiras y negocios oscuros. El discurso de la excelencia y la pureza enarbolado por Soledad Acuña es parte del ideario de derecha de todos los tiempos ¡Si lo sabrán Erich Priebke y sus acólitos! 

Diego Maradona coqueteo muchas veces con el poder, pero nunca cedió a la tentación de cambiar su esencia,  de presentarse como lo que no era: un hombre perfecto, un hombre puro. Con sólo mirar los rostros y los cuerpos de la multitud que lo despidió bastaba saber de qué lado había estado Diego, durante toda su vida; los pobres, los viejos, los fracasados, los imperfectos; esos que las Soledades Acuña y los Mauricios Macri,  aborrecen. Mirando esas imágenes, recordé un poema de Roberto Juarroz que dice: “Quizá debamos aprender que lo imperfecto/ sea otra forma de la perfección:/ la forma que la perfección asume/ para poder ser amada”. Amor que esa caterva de “Perfectos” nunca podrá conseguir aunque tengan el poder y nos lo refrieguen por la cara todos los días de su existencia.

Por Eduardo De La Serna