El artista y realizador Stanley Gonczanski presentó una serie de cartele publicitarios distribuidos a lo largo de los barrios porteños.

La ciudad, a priori, funciona como un espacio de velocidad y no de reflexión. Es, en todo caso, un lugar para usar y no para mirar, un terreno que no presenta posibilidad para la belleza. Es, la ciudad, el lugar donde las cosas pasan; donde pasan y punto. A veces, sin embargo, el arte encuentra un hueco en el que colarse, una posibilidad de tranquilidad: se requerirá, en todo caso, tener la paciencia para encontrarlo.

Durante el mes de diciembre, el artista y realizador Stanley Gonczanski presentó una serie de carteles publicitarios distribuidos a lo largo de los barrios porteños. Allí, recreó figuras históricas bajo la intervención digital y regidas por los parámetros del arte figurativo clásico. Entonces, pudo verse un Napoleón montado a caballito de madera o personajes flotantes que van y vienen sobre una sala de la aristocracia.

El artista es conocido por ser el realizador del videoclip “Ella usó mi cabeza como un revólver” -por el que ganó un premio MTV Music Awards”. Las obras se desprenden de las más de 900 creaciones que él mismo ha compartido en su cuenta de Instagram en el último tiempo.

A propósito de la experiencia, le dijo a Télam: “El 2020 ha sido un año que no nos ha regalado nada, la realidad nos encerró, y sobrevivir se ha transformado en un arte. El tiempo de encierro ha generado espacio para imaginar, mientras la ciudad se quedaba sin imaginación”.

Además, agregó: «Soñé con convertir a los carteles publicitarios vacíos en una galería de arte urbana, con espacios que regalen segundos de belleza porque sí. Algunas de mis obras revitalizarán esquinas, techos, calles y autopistas, es mi forma de imaginar y querer a mi ciudad y a los que la vivimos y amamos”. Algunos de los puntos donde pueden verse las creaciones son: Entre Ríos al 1799, Avenida Belgrano al 3583, Paraguay al 2029 o Junín 875.

Ahora, algún tiempo después de que las obras ya fueron emplazadas, vale la pena una vuelta por alguno de los puntos mencionados. Porque, más allá de la evidente importancia de sacar las obras de los museos para presentarlas en la vía urbana, el movimiento ofrece una oportunidad nueva. Mientras que el arte de salón se mantiene idéntico e imperturbable, aquello que se exhibe en la calle se afecta por la transformación de su entorno.

Entonces, aquella obra que comenzó de una manera siempre se renueva, ya sea por la acción del viento o de la lluvia, por el sol o por la intervención urbana, por los ojos que la miran, las manos que las tocan, las capas y capas de ciudad que se sedimentan, de a poco o no tanto, sobre ellas.

Por eso, pasados los días, las obras mencionadas cambiarán y seguirán cambiando: y esa es cualidad tanto del arte como de lo urbano.

Patricio Cerminaro