Fuente: www.revistacolibri.com.ar
Por: Alana Rodriguez
Pandilla Feminista es un colectivo integrado por fotógrafas de trayectorias y experiencias diversas que hace base en Buenos Aires, Argentina.

“Más allá de provenir de diferentes campos de lo fotográfico, quienes integramos el colectivo priorizamos la narración de historias desde una perspectiva de géneros, transfeminista e interseccional. Desde nuestra primera asamblea en el Encuentro Nacional de Mujeres de 2017 en la ciudad de Resistencia, Chaco, nos movemos a través de la reflexión sobre las imágenes. A veces más vertiginosamente, como al realizar coberturas colaborativas de las jornadas por el aborto legal en el 2018, y otras con mayor despliegue y trabajo silencioso, como al constituirnos como coorganizadoras junto con trabajadoras del predio de la Ex-Esma del encuentro ARDE – fotografía, feminismos y DDHH en el Espacio Memoria y Derechos Humanos durante marzo de 2019. Defendemos la importancia de la formación política como camino para transformar la fotografía, sosteniéndonos de manera circular y sorora. URGE es un nuevo desafío en nuestro camino”
– ¿Por qué eligieron organizarse colectivamente?
– Lo que está bueno entender es el contexto en el que los colectivos nacen o terminan, todo se da en un determinado contexto, no es que llegan de la nada y un grupo de gente solamente empatiza y ya, sino que se crean en un contexto que también muchas veces empuja a que eso suceda. La necesidad y el contexto fuerte comenzó en 2015, impulsado por el Colectivo Ni Una Menos y salir a las calles y reivindicar un montón de necesidades y alzar la voz a un montón de cuestiones que tenían que ver con muchas temáticas históricas pendientes y urgentes, digo todas estas palabras con las que nosotras trabajamos, arder, urgir son necesidades, son gritos que piden ser escuchados y tomar territorios y tomar la palabra.
Consideramos que lo que más nos caracteriza es sostener este espacio de encuentro que va variando la frecuencia pero que nos asegura ponernos a discutir cual es la coyuntura en el espacio de producción fotográfica, cual es la producción, cuáles son las formas de representar que nos interesan y nos interpelan en las cuales queremos adentrarnos, las discusiones, también a la relación a aquelles que fotografiamos. Nos parece súper importante hacer posible y compartir desde un encuentro que involucre a otres, desde ese lugar es que dijimos “hagamos arde” el año pasado o “hagamos urge” este año, tratando de pensar cuáles serían esos espacios donde nos gustaría encontrarnos con otres o escuchar otras realidades, otras formas de ver las cosas y pensar juntes, reflexionar juntes.
– Creo que como en un montón de otros espacios, dentro de la fotografía hay muchas estructuras o normas que se vienen arrastrando de antes que está bueno re-pensarlas o debatirlas, ¿cuáles creen que son esas estructuras que le cuestionaron a la fotografía dentro del feminismo?
– Para mí, el feminismo te permite romper con un montón de cosas, creo que una es la idea de quién es la persona a la que vamos a fotografíar o cómo le pega a quien la fotografía, empezar a entender que le otre que está frente a vos no es ni más ni menos que vos sino que es otra persona que está en otra circunstancias, que pueden ser desfavorables, pero que muchas veces la fotografía históricamente lo que hace es registrar la realidad de una persona desde una mirada miserabilista, como que nunca va a poder salir de esa situación y que el público que va a recibir esa imagen le genere un “Ay pobrecito”, “Ay, ¡qué horror!”, “Ay, ¡qué tragedia!”. Y para nosotras el feminismo lo que le dá a la fotografía es como el punch de decir “¡No!», las personas luchamos todos los días para cambiar nuestra realidad, todos los movimientos, los colectivos, entonces que la fotografía pueda hacer eco de eso y aprender a retratarlo -que no es sólo del feminismo-, le pone mucho de eso.
En ese cambio de eje, des-perspectiva que nombran las compañeras, me parece super interesante, por ejemplo, que la cultura machista está instalada en nuestras vidas, la fotografía es una herramienta más para poder llevar parte de esa proyección hacia el campo del trabajo pero en realidad la cultura machista está en todos los aspectos de la vida, ahora en la fotografía y desde nuestra profesión, que trabajamos con la imagen, que trabajamos con las historias con generar relatos, crear imaginarios y que nos sirven como herramienta de denuncia; creo que lo interesante es poder hacerlo desde nuestras identidades, desde nuestra profesión y desde los modelos de representación. A partir de todo esto una se empieza a preguntar qué tipo de cuerpos están representados, qué tipos de cuerpos representan o son capaces de comunicar esas imágenes.
-Hay algo que a mi me interesó mucho y es el tema de las rondas de portfolios horizontales y colaborativas, ¿qué es un portfolio?, ¿cómo es la revisión de portfolios tradicional y cuál será la dinámica de estas rondas horizontales y colaborativas?
– Para empezar, un portfolio es un muestrario de imágenes realizados en torno a una misma temática, puede ser una serie. Tradicionalmente, los portfolios se muestran en espacios de festivales o seguimientos de proyectos donde hay une revisore que da una opinión acerca de ese trabajo. Desde esa dinámica, que puede ser más o menos amigable según el espacio, pero está planteada una relación jerárquica, que es desde la búsqueda de la legitimación, ya hay una lógica preestablecida la cual podemos querer cambiar, claro. En particular, en el espacio de portfolios colaborativa en Urge estamos planteando otra dinámica: encontrar personas que quieran recibir una mirada acerca de su proyecto y que puedan ir rotando, encontrarse, generarse una devolución recíproca y luego cambiar. Es poner en común nuestro trabajo con otres que están en la misma búsqueda.
Creemos que está bueno generar esta confianza, porque realmente muchas veces lo que ocurre en las revisiones es que la gente tienen pudor de mostrar y este justamente es un espacio seguro donde nadie te va decir «dedicate a otra cosa». Una frase fuerte que lamentablemente hemos escuchado mucho, sobre todo las mujeres y disidencias. Estos espacios, en cambio, van a generar circularidad, es un lugar seguro desde la empatía el respeto y la contención. Es un espacio de aprendizaje, aprender del otre y el otre de une. El intercambio saca cosas maravillosas.
– Creo que esto tiene mucho que ver con generar redes dentro de la fotografía el compartir con otres fotógrafes nuestro material es una forma de ayudarnos colectivamente, pensar y compartir. ¿Cuáles piensan que son las ganancias que nos traen estas redes que se están gestando?
– Me encanta que hayas usado esa palabra, «ganancia» que yo sé en qué sentido la usaste pero la voy a agarrar en su doble y triple juego, porque otro motivo por el cual las personas no se anotan en las revisiones de portfolio o en los concursos es porque cuestan mucho dinero y además una de las múltiples causas por las que se hacen revisiones es para ver si tu trabajo es vendible o no. Entonces creo que una de las cosas que tiene la creación de estas redes de fotógrafes en las que participamos es poder sacar la cuestión del lucro del medio de la creación, en Pandilla venimos de diferentes ramas de la fotografía, pero todas están atravesadas por la necesidad material de que es difícil vivir como fotógrafe en el mundo de hoy, entonces se genera una batalla feroz por ver quien vende más.
La fotografía es un trabajo y tenemos que defender nuestros derechos como trabajadores, pero además es muchas otras cosas y no porque alguien te diga que tu trabajo no es vendible no significa que no tenga un gran valor. Y estas redes vienen a demostrar esto, ¿cómo hago para hacer circular mi trabajo que yo sé que tiene valor? y no porque soy egocéntrica, tiene valor porque lo produje con mi colectivo, con mi comunidad, porque estoy haciendo cosas y sé que otras personas en el mundo están haciendo cosas y quiero ver lo que están haciendo y que nos enriquezcamos mutuamente. Eso es fundamental.
Nuestras actividades son gratuitas con la posibilidad de colaborar. Acá estamos rompiendo formas tradicionales, la propuesta es completamente inclusiva, popular, accesible, no jerarquiza, hay una base política detrás de este encuentro. La idea es habitar espacios mejores dentro de nuestra profesión y el beneficio es total, nos corremos de la forma que nos oprime y no nos hace felices, como la competencia o el engranaje de lo mercantil. Lo colectivo sirve como un espejo, acá está lo importante, desde este lugar quiero activar y siempre, más allá de que si querés vivir de la foto o no, tenemos que seguir pensando que tan precarizades estamos en el mundo del arte y cuánto queremos contribuir a generar trabajos genuinos a partir de la fotografía también. Como mujeres tenemos que apropiarnos de los espacios que siempre nos fueron negados y a la vez crear nuevos. El año pasado salió Arde, hoy sale Urge.
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