Una organización busca visibilizar la pérdida de identidad de los barrios frente a la avanzada de las grandes torres.
Cierto encanto de la ciudad se guarda en los detalles de sus barrios. En las cosas que los hacen únicos, que los diferencian, que les dan identidad. En su arquitectura: ahí se guarda parte del encanto. En la capacidad de la ciudad para ser varias ciudades, para transformarse a través de la ventanilla del colectivo en un tránsito que muestra, a través de las cuadras, los años y años de transformación y sedimentación cultural. Ahora, nuevas normativas buscan unificar la altura de las manzanas en la Ciudad y atentan contra esa diversidad. Por eso, organizaciones como Basta de Demoler buscan poner el foco en la conservación patrimonial.
Según comentaron al medio Diario Z, “Estamos perdiendo el patrimonio de proximidad, el almacén de la esquina, las casas que le daban identidad al barrio”. Algunos de los espacios más emblemáticos que se destacaron fueron la esquina de Dorrego y Córdoba en Chacarita, avenida San Juan y Deán Funes en San Cristóbal, Soldado de la Independencia y Jorge Newbery en Palermo, Paraguay y Maipú en Retiro, sitios donde los carteles de venta en exceso ya despertaron la preocupación de los vecinos.
Parte del origen del problema reside en la aprobación del código urbanístico del 2018 que prevee una ciudad capaz de albergar seis millones de personas. Por ese motivo, los m2 construidos deben incrementarse y, dada la falta de terrenos baldíos, el objetivo es demoler los edificios de poca altura (y las casonas de una planta) para ubicar allí grandes construcciones.
El arquitecto Mauro Sbarbati (integrante de Basta de Demoler” aclaró que “A la dirección general de Interpretación Urbanística le llegan los casos y ahí se decide cuánto se puede construir en edificios catalogados y en cuáles no”, aunque advirtió: “cada vez dan permisos para más m2”. Esta es la forma en la que el Gobierno Porteño promueve la uniformización de las alturas de cada manzana. Y aunque desde la ONG aclararon que “esto es algo bueno”, comentaron que “el problema es que toman como referencia los edificios más altos, lo cual a su vez no tiene en cuenta los intereses vecinales, el concepto de buen habitar. Lo que quieren es mayor cantidad de m2 vendibles”.
Lo que termina por complicar la decisión es el proyecto de ley del Ejecutivo porteño que busca impulsar el blanqueo inmobiliario para quienes hayan incumplido el Código de Edificación. Según ejemplificó la organización, en la avenida Centenera se ubicaban edificios de tres o cuatro pisos pero se construyó uno de doce. Al condonar ese proyecto, “gracias al nuevo Código, van a poder autorizar que esa avenida cambie la altura para uniformar en 12 pisos. Es decir, triplicaste la altura por una irregularidad”.
Patricio Cerminaro