El hogar obrero fue la gran cooperativa argentina de edificación, consumo y crédito.
El 30 de julio de 1905, reunidos en una modesta habitación de la calle Talcahuano N° 59 sede del Círculo Artístico, personajes destacados de la política argentina resolvieron dar nacimiento a la Cooperativa «El Hogar Obrero» (EHO).
Las primeras construcciones se iniciaron hacia 1907, con casas particulares de asociados mediante créditos hipotecarios, hasta que en 1913 se levantó la primera vivienda colectiva de Martín García y Bolívar, en el barrio porteño de Barracas. Desde entonces se sucedieron varios complejos, como el de Villa Ortúzar, el de Rivadavia al 5100, los de Villa Lugano, Villa del Parque y la localidad bonaerense de Tapiales. Según Alberto Berretta, director de Relaciones Institucionales, EHO lleva construidas más de 5000 unidades de viviendas.
Con un constante crecimiento, el Hogar Obrero atravesó firmemente las décadas del 20, 30 y 40, pero fue en los años 50, cuando copiando el auge del supermercadismo que se vivía en los Estados Unidos, revolucionó al sector comercial: lanzó Supercoop, adelantándose al boom de los supermercados privados que llegaría a la Argentina recién en los años 80.
La combinación de precios accesibles y productos de calidad implicó dos acciones paralelas. Una característica es que los edificios colectivos tienen en planta baja locales comerciales. Y en ellos florecieron sedes del supermercado Supercoop, que llegó a tener 300 sucursales en todo el país al mismo tiempo, promoviendo un sistema de comercialización muy común en otros países del mundo, como es la venta de productos con marca propia. La diferencia era que se trataba de mercadería elaborada en plantas también propias o asociadas en la cadena productiva.
En 1989 se posicionó como la sexta empresa en importancia del país en el sector servicios y la más grande entre las privadas. Llegó a tener casi 2 millones de asociados y a dar trabajo a 14.500 empleados.
Las sucesivas crisis económicas pudieron ser capeadas por EHO. Pero la hiperinflación fue un golpe casi letal. Y el tiro de gracia fue el primer corralito de la historia argentina. El resultado: ahora el 90% del consumo se lo llevan cinco cadenas, cuatro de ellas extranjeras. Y las marcas propias que se ofrecen en las góndolas son productos de plantas que trabajan sometidas a su poder de compra, sin poder fijar precios justos para su producción. Una combinación perjudicial para el ciudadano de a pie.