La crisis económica que se suscita en el país a partir de 2017 y la pandemia que nos asola desde los inicios de 2020, han provocado, en la ciudad de Buenos Aires un retroceso inusitado de la actividad inmobiliaria. Se calcula que hay 10 departamentos en venta por manzana y en algunos de los barrios como Recoleta o Belgrano, esa cifra llega a treinta. Algunos entendidos creen que se tardarían no menos de 7 años en vender todos los inmuebles que hoy están a la venta. Diez años atrás la actividad en el distrito promediaba las 5.500 escrituras mensuales, en 2019 ese promedio bajó a 2.500 y en 2020, COVID mediante, se estableció en 1.500 escrituras por mes. Pese a la parálisis del sector, hay una emprendedora inmobiliaria que ha sabido mantener una actividad cada vez más vigorosa; la constituida por el Gobierno Municipal que encabeza Horacio Rodríguez Larreta. La cantidad de terrenos e inmuebles públicos negociados es innumerable. En este invierno de 2021, un nuevo emprendimiento de la gestión municipal avanza con características escandalosas: Las Mega Torres de la Costanera Sur, un enorme terreno cerca de Puerto Madero, entre el barrio Rodrigo Bueno y la, casualmente siempre incendiada, Reserva Ecológica de la ciudad. La historia de ese predio se remonta a 1964, cuando esas tierraspúblicas fueron cedidas al club Boca Juniors para que construya allí una “Ciudad Deportiva” en un plazo de 10 años, con la condición de que el terreno regresaría al estado si los xeneises no concretaban el proyecto. El club nunca construyó, pero las tierras no volvieron a ser públicas. En 1989, luego de algunos intentos frustrados de la dictadura, el Congreso nacional le terminó por ceder los terrenos a la institución de la ribera. Al borde de la quiebra, ésta lo vendió en 1992 por 20 millones de dólares a Santa María del Plata S.A. Cuando en 1997, el holding empresarial IRSA adquirió las 71 hectáreas a menos de 200 dólares el metro cuadrado (hoy valen 6.000 el metro cuadrado), la zona seguía catalogada como de uso deportivo, condición que conserva hasta hoy. Desde hace 25 años que la empresa puja por modificar el destino asignado a esos terrenos para concretar su mega negocio. Finalmente parece haberlo conseguido con la aprobación de un convenio con la Municipalidad en el que se convoca a un clásico del urbanismo porteño: La excepción, que en este caso debe ser doble; primero, para construir las torres en medio del vasto humedal costanero y después, para que esas moles de cemento alcancen una altura máxima de 145 metros en el 11% de la urbanización, todas cuestiones que hoy están absolutamente prohibidas. A cambio de esta gentileza de legisladores y funcionarios porteños, IRSA “cederá” dos tercios del terreno a la ciudad. Esta situación ha sido presentada como un gran logro por los funcionarios porteños que se jactan de haber logrado que el grupo de Eduardo Epstain, en virtud de este convenio, le “regale” 48 de esas 71 hectáreas a los vecinos porteños, cuando la realidad es que el gobierno municipal le regala a IRSA la posibilidad de construir 50 pisos de altura en 2 hectáreas y media del predio (125 hectáreas) Así, el holding recibe casi tres veces más de lo que cede, un negocio que tiene de piso 1.500 millones de dólares. Para lograr este cometido el gobierno no ha dudado en recurrir a uno de los jueces amigos que tiene en la ciudad. Pese al desacuerdo con la oposición política y de innumerables organizaciones de vecinos y ambientalistas que reclaman la presentación del informe técnico ambiental y la realización de una Audiencia pública, tal como marca la ley y solicitó el primer juez que tuvo a su cargo el reclamo. Quién asentó su dictamen en que la faraónica obra implica la deforestación de «terrenos públicos o privados y disminución del terreno absorbente», la modificación de la costa del Río de la Plata, y el riesgo al que se someten «áreas ambientalmente críticas» ya que el predio está ubicado en zona de humedales, frente a la Reserva Ecológica — sitio protegido por la Convención Internacional Ramsar de humedales. También preocupa cómo afectará la obra a los habitantes del barrio Rodrigo Bueno. Aunque se lo quiera disfrazar, se quiere construir allí un barrio privado, algo expresamente prohibido por la ley. Un detalle de color, pero que resulta bueno conocer es que Augusto Rodríguez Larreta, hermano del Jefe de Gobierno porteño, fue durante más de diez años el Gerente de Relaciones Institucionales del Grupo IRSA.
Eduardo de la Serna