En tiempos en que la verdad y la mentira parecen la misma cosa, un conflicto bélico no puede sino sumar más incertidumbres y falsedades. A pesar de esto, todavía algunas cosas pueden ser ciertas: La guerra siempre es una mala decisión. El asesinato de civiles desarmados por parte de fuerzas armadas o policiales es un crimen de lesa humanidad que debería ser repudiado por todos. Vladimir Putin es un fascista, que ha gobernado su país con puño de hierro, reprimiendo a opositores y minorías que no le son afines. Zelensky es un fascista,  que ejerce el poder recostado en los grupos pro-nazis que abundan en Ucrania como en toda Europa del Este. Desde la Segunda Guerra Mundial, EEUU ha protagonizado más de 40 guerras. Los países que componen la OTAN han participado en numerosos conflictos armados en los que se han devastado ciudades y vidas. Los organismos internacionales son una mascarada hipócrita al servicio de los países más poderosos.

Pese a estas certezas, en occidente se ha desatado la rusofobia de todas las formas posibles. Un muestrario de autoritarismo desmesurado en el que se mezclan prepotencia y ridiculez. Desde censurar a medios de comunicación rusos a la prohibición de estudiar al escritor Fiódor Dostoyevski, desde suprimir el helado de crema rusa a sacar a la Federación Rusa del Mundial de fútbol y las olimpíadas ¡El mismo COI que organizó los juegos olímpicos en la Alemania de Hitler y la misma FIFA que organizará un mundial de fútbol en Qatar, país que viola sistemáticamente los derechos humanos! Recuerdo que en 1976, la Dictadura militar argentina (Régimen bajo el cual también se desarrolló un campeonato mundial de fútbol) prohibió el libro de física “La cuba electrolítica”.

“El mundo anda como una bola sin manija, por culpa de los que tienen la manija y los que no tienen bolas” Así definía la situación mundial en esos años la revista Satiricón. ¿Y nuestro país? ¿Dónde anda ese enano fascista que, según la periodista italiana Oriana Fallaci, los argentinos llevamos dentro?

El 1 de marzo, el Jefe de gobierno porteño inauguró las sesiones ordinarias de la legislatura porteña enarbolando la bandera ucraniana en señal de repudio a la invasión rusa y apoyo al pueblo invadido, e instó al presidente de la nación a colocarse en “el lado correcto de la historia”. ¿Se puede hablar en términos geométricos de la historia de la humanidad sin ponerse colorado? ¿Alguien puede atribuirse saber que existe un lado correcto de la historia?

Habría que preguntarle a Horacio Rodríguez Larreta ¿Cuál es el lado correcto de su historia? ¿Ser funcionario del PAMI en épocas de la Alianza, digitar la compra de vacunas anti gripales mientras la ministra Fernández Meijide contrataba a familiares como proveedores y se le negaban los pagos al Doctor Favaloro? ¿Ser funcionario de ese gobierno que terminó de fundir a la Argentina en el año 2001 o ser funcionario del gobierno de Juntos por el Cambio que volvió a fundir a la Argentina en 2019, tomando con el FMI el préstamo más grande de su historia para propiciar la fuga de divisas? ¿Ser parte del gobierno que envió fuerzas armadas a reprimir civiles desarmados como Maldonado y Nahuel, luego asesinados por los uniformados? ¿Enviar armas para promover el golpe de estado en Bolivia, donde murieron decenas de civiles?

En su discurso ante la Asamblea porteña, el intendente hizo hincapié en dos metas de su gestión para este año: Por un lado, lograr que 30.000 adolescentes de la ciudad, estén obligados a trabajar gratis para grandes empresas durante120 horas cada uno a lo largo del año. ¿Hay algo más inhumano y dictatorial que la esclavitud? Y por otro; continuar con la política de avasallamiento de terrenos y edificios públicos (algunos de ellos de reconocido valor histórico) en pos de fomentar los negocios de los empresarios amigos, pese a la oposición contundente expresada mayoritariamente por los miles de vecinos asistentes a las Audiencias públicas. No sólo con bombas se arrasan las ciudades y se destruye el medio ambiente; construyendo torres de 50 pisos sobre los humedales costeros, también.

Hipocresía, cinismo, autoritarismo, corrupción, doble vara, recorren el mundo ¿Y por casa como andamos?

Eduardo de la Serna