Natalia Anselmi estudió danza desde los 6 años, pasó por la Universidad Nacional de las Artes (UNA) y está presentando su obra El exceso está con nosotrxs para siempre que se puede ver todos los viernes de julio a las 21 HS en el Teatro Mandril.

¿Cómo es tu relación con el barrio en el que naciste?

Depende. A veces nostálgica, a veces distante, va variando. Nací en Merlo, conurbano bonaerense, en pleno auge menemista. Un territorio sin mucho lugar para la oferta cultural. De ahí (hoy) me quedo con la escuelita de Danza que fue mi segunda casa, los domingos en familia a lo Copani y la seño Silvia (fanática de Luismi) que me subió por primera vez al escenario del teatro local a cantar “Tengo el corazón con agujeritos” cuando yo tenía 6 años. En “El exceso…” esa relación con el barrio aparece un poco encriptada, en el zeppeling lechero tan afamado en los 90, del que guardé una réplica pequeña e inflable, que terminó siendo vestido de una Barbie. También el barrio aparece en la quietud del paisaje y en la soledad de Mirta, el personaje de Astrid.

¿De qué manera empezó tu vínculo con el mundo del teatro?

Estudié Danza desde los 6, pasé por el IUNA, la UNA actualmente en el Dpto. de Artes del Movimiento, ahí fui encontrando referencias escénicas. Me fui convirtiendo al team híbrido, el grupo Krapp fue un hallazgo maravilloso, para mi siempre lo mejor que vi lo vi con esas personas. La Danza y el Teatro como lenguajes no escindidos. Y la dramaturgia luego, más reciente en mi realidad, como actividad cuya esencia es la presencia del cuerpo en escena. Y ahí, me sentí contenida en esa concepción y me animé a escribir, desde un cuerpo danzante, sin tanto miedo a la palabra. En ese camino estamos, apareando con la escritura.

Sos empleada de un banco desde hace años ¿Cómo conviven el universo creativo y el del trabajo diario?

Lo que las personas más afines al marxismo consideramos las condiciones concretas de existencia, la vida cotidiana, es ese espacio/tiempo donde ejecutamos nuestra praxis y donde interactuamos con otres, en este sistema de producción que ya sabemos hostil.
La primer obra en la que participé como intérprete y creadora junto al Grupo Lalala Danza, se llamó En otro orden de cosas, y el disparador inicial de la obra fue el asunto: “somos bailarinas, pero trabajamos de otras cosas”. Estrenamos en 2015, en el Konex, y éramos 7 mujeres entre las cuales están Astrid Gomez Grosschadl que es la protagonista del unipersonal con el que inauguro mi rol en dramaturgia, también estaban Emilia Pujadas que asiste a “El exceso está con nosotrxs para siempre” en la producción, y otras bailarinas muy grosas: Aimé Ibaldi, Macarena Orueta, Florencia Novo, Paloma Roldán, Irina Hayipanteli.
El tema del trabajo, la vocación, el dinero, el tiempo invertido en formación, la falta de reconocimiento de los derechos y necesidades de lxs hacedores culturales son temas que nos atraviesan y se ven en escena siempre, de maneras más o menos evidentes. Volviendo, como son las condiciones concretas de existencia de cada persona las que van trazando sus posibilidades, por ejemplo, Borges era de familia patricia, nunca tuvo que preocuparse por pagar el alquiler o las expensas, pudo ocuparse exclusivamente en nutrir su escritura. Ahora bien, históricamente es acotado el circuito chico de referentes con trayectoria, reconocimiento y aval para poder subsistir aún bajo condiciones precarizadoras en las artes escénicas. Mi conclusión por ahora, es defender como pueda ese espacio tiempo en el que mi fuerza de trabajo se alinea con mi líbido, y mi deseo, sin excepción de sufrir en el intento.

Acabas de estrenar “El exceso está con nosotrxs para siempre”, tu primer obra ¿Cuál fue el motor que te despertó crear este proyecto y su temática?

Como mucha gente, con la pandemia, el trabajo se puso intenso, la danza estaba lejos y yo necesitaba hacer algo que me entusiasme, que me baje los niveles de alienación. No entré en la del pan de masa madre, pero me anoté en cuanto taller, seminario, charla encontrase sobre dramaturgia, escritura creativa, guión, etc. Esa inquietud empalmó con una idea cajoneada desde el 2017, surgida en la Clínica Creativa de Agustina Sario y Mathieu Perpoint (que recomiendo fervientemente) y fue acogida con una generosidad y destreza admirable por Valeria Correa (Piel de Lava) con quien fui escribiendo la obra en su taller anual. Con Astrid arrancamos a ensayar por zoom, hicimos entrevistas, vimos mil videos sobre los 90 que es la época que evocamos en la obra, mucho zoom. Y todo nos cebó, una escena donde hablaban Menem y los Power Ranger funcionaba tan bien en nuestro código que fuimos por más, buscando más vinculaciones posibles, en testimonios, en archivo, en la ficción. Y fui de a poco, encontrando lo que de alguna manera genera un túnel entre toda esa lisergia, que son las preguntas sobre el tiempo y la nada, la defensa de la improductividad, y como dijo Lafargue “el derecho a la pereza”.

¿Dónde podemos ver la obra?

Estaremos todos los VIERNES DE JULIO 21 HS en Teatro Mandril (Humberto Primo 2758 CABA). Nos pueden seguir en redes @elexcesoobra para ir siguiendo nuevas fechas.

¿Qué te inspira para seguir creando?

Creo que todo. Pelis, series, libros, la calle, un viaje, la música, una fiesta, mi maternidad, la gente. Y si es con amigues mejor.

Por Fermín De la Serna