Francisco Paparella es director de cine, nació en Buenos Aires, se crió en la Patagonia y reside en la Ciudad de México desde hace más de una década. Con su largometraje “Tres hermanos” ganó el premio DAC al mejor director en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y mejor película en el Festival de Moscú.

¿Qué recuerdos tenés de tu infancia en relación al lugar donde creciste?
Mi familia llegó al Bolsón en los noventa. Mi padre consiguió un trabajo en el hospital. Y fuimos a vivir ahí, yo tenía cinco años en ese entonces, y vivíamos en Villa Turismo, una zona que es la base de la montaña del Piltriquitrón. La gran mayoría de recuerdos que tengo tienen que ver con la naturaleza, desde siempre, desde ir a la montaña desde muy muy chico. Y es un lugar que me marcó definitivamente. Pienso que mi cine está relacionado a ese lugar, porque creo que los lugares condicionan las psicologías, las personas que viven en el mar, tienen una una personalidad bastante diferente de la gente que vive en el desierto o, bueno, en la montaña. Crecí en la Patagonia y me parece que genera una especie de desolación, un aislamiento donde las personas están trabajando mentalmente porque están alejadas de otra gente, antes sobre todo que no teníamos Internet. Y los recuerdos que tengo tienen que ver con la nieve, la nieve por primera vez, el río azul, que es el nombre de la compañía productora que tenemos y compartir mucho con vecinos y amigos. Por ejemplo meternos en un bosque o subir a la montaña por nuestra cuenta, después de ir a la escuela, irnos después de comer y desaparecer por horas y volver a las ocho de la noche completamente embarrados, para cenar en la casa.
¿Recordas el momento en que el cine apareció en tu vida?
Creo que las primeras películas que fui a ver al cine fueron teniendo cuatro o cinco años. Mi padre era bastante cinéfilo, mi madre también lo es, no tenían ningún prurito en llevarme a ver películas para adultos. Si no me acuerdo mal una de las primeras películas que vi en el cine fue Apocalipsis Now, película que me marcó muchísimo y con la que tenía pesadillas en ese entonces, o The Wall, las dos muy fuertes, fueron como las primeras películas que me impactaron. Pero a nivel de tener consciencia de mi relación con el cine por primera vez fue cuando en la secundaria un profesor nos hizo un curso de cine, nos enseñó a desarrollar el guión, elegir a los actores, de trabajar con el arte de la película, diseñar una estética general, y desde entonces, a los quince años decidí que iba a estudiar cine. Esa fue la experiencia más notoria y donde el cine realmente apareció en mi vida.
«El impulso de narrar está en la sangre, es algo que te dice que es necesario que cuentes esa historia»
Francisco Paperella
¿Cómo lograste filmar tu primera película “Zanjas” y dónde nació la idea?
Zanjas, mi primera película, nace de la necesidad de tener que filmar algo en muy poco tiempo. En ese momento yo estaba tratando de levantar una película, un proyecto que iba a ser mi ópera prima, que era bastante complicado para el cine nacional. Requería de ciertas estructuras a las que yo no tenía manera de aproximarme. Ya había producido en ese entonces un par de películas independientes en México, entendía de hacer producciones con calidad de imagen. Entonces, decidí escribir algo que pudiese filmar muy rápidamente y con poco dinero. Entonces, diseñé una idea, conseguí un poco de dinero prestado, menos de quince mil dólares, y escribí, produje casi por mi cuenta y después llegó el equipo para filmar en un rodaje de tres semanas, todo eso sucedió en un lapso de dos meses y medio. No hubo fondos, no hubo nada de desarrollo previo. Directamente nos mandamos a filmar y logramos la película.
Estrenaste “Tres Hermanos” tu segunda película, este año ¿Cuál fue el motor para retratar la masculinidad a flor de piel?
Generalmente, cuando empiezo a trabajar en nuevos proyectos, en nuevas ideas, parto de ciertas escenas que me impactan, con las que me relaciono visualmente primero, y Tres Hermanos se relaciona directamente con Zanjas. Estábamos en la última locación, último día de rodaje, y apareció un amigo de alguien con un jabalí atado a una camioneta, había estado toda la noche solo en la montaña, el tipo y cazando con rifle y traía este jabalí, y mientras nosotros estábamos filmando, se puso a desollarlo poniendo música heavy metal. Esa fue como la primera idea que me surgió. Y después empecé a trabajar con la idea de la hermandad y esta tríada de hombres. Conectar los puntos entre sí, y una vez que eso sucedió el cuestionamiento de las masculinidades en cada uno de los personajes se fue desarrollando casi naturalmente. Me interesaba mostrar cómo se relacionaban con la violencia, al momento de empezar a meterme más adentro de sus cabezas entendí que viene a través de algo heredado y lo mismo con el machismo. Es algo que se construye, porque nadie nace machista o racista o de ninguna manera. Quería mostrar la rudeza del ambiente rural, patagónico, y donde estos personajes habitaban y cómo los afectaba ciertas posibilidades de pérdida de su virilidad en cuanto al ego y sobre todo en el interior de sus familias también.
¿Cuáles son los desafíos de filmar en la Patagonia Argentina?
Filmar fuera de Buenos Aires para cualquier proyecto implica mayores complejidades. Hay que transportar una parte del equipo y eso implica un presupuesto de hospedajes, trasladados, de movida de equipos. Nosotros en general tratamos de hacer equipos balanceados entre locales y gente de afuera. Uno de los desafíos principales son las cuestiones climatológicas. En Zanjas nos encontramos con una nevada que no había sucedido nunca en esa época del año y tuvimos que enfrentarnos a temperaturas bajo cero para filmar, y en Tres Hermanos buscábamos el clima lluvioso, que tenía una relación directa con el guión. Entonces, conociendo un poco la metodología local, lo que hicimos fue buscar las temporadas donde teníamos más milímetros de lluvia y tratar de filmar en esa ventana de tiempo. Conseguimos máquinas del municipio para desviar y construir el canal sobre el río para filmar una de las escenas más importantes de la película, y también facilidades como cortar la ruta cuarenta para otra escenas, cosas que quizás en en las ciudades son bastante más difíciles. Pero yo le agregaría también que una de mis apuestas es filmar con actores naturales o gente que no tiene oficio de actuar. Entonces, me interesa que el realismo que intento retratar sea el el mayor posible.
Los procesos creativos son largos y complejos ¿Que te impulsa a contar historias?
Creo que el impulso de narrar es algo que se va desarrollando. A través del tiempo uno va encontrando un estilo, herramientas que le funcionan mejor, ciertas maneras de aproximamiento a los personajes y a los lugares, y eso empieza a facilitar el motor general, pero el impulso es algo que está en la sangre, en las entrañas, es algo que te dice que es necesario que cuentes esa historia y que no podés hacer nada para evitarlo realmente. Cuando empezás a desarrollar los personajes y a trabajar sobre ellos, esos personajes toman cuerpo, toman vidas, se desarrollan por sí mismos inclusive, o sea, ya no es que uno está pensando en el diálogo que el personaje tiene que decir, sino que el personaje dice lo que realmente necesita en cada una de las escenas. Y ver cómo esa idea se va transformando desde un cuaderno de anotaciones hasta terminar en una pantalla en diferentes países del mundo, creo que es lo que me atrae. Y en un segundo lugar, pero no muy lejano, también a mí me interesa retratar La Patagonia. La Patagonia como un lugar de origen, donde creo que no se ha retratado una manera muy veraz en la cinematografía Argentina. Tener la posibilidad de llevar este universo al mundo es una de las cosas que más me empuja.