Cada vez que los cimientos del país vibran, la cultura tambalea.
Todos los años damos manotazos ahogados para poder narrar historias, pero los cuervos de que surcan los pisos de la televisión amarilla esperan la caída de la cultura nacional. Nos quieren otra vez vibrando de miedo, nos quiere nulos y sin imaginación. Nos quieren consumiendo chatarra extranjera y pegaditos a sus pies.
Queda claro que no producimos ni consumimos cultura solamente para entretenernos, aunque sea ese un factor importante. Producimos y consumimos cultura para narrarnos a nosotros mismos, para explorar qué imágenes y qué voces nos representan como argentinos, para entender quiénes somos y quiénes queremos ser como personas y contárselo al mundo. La cultura nos permite construir respuestas sobre los problemas que nos aquejan desde las sensibilidades comunes hasta las sensibilidades individuales.
En este contexto global, un posible presidente como Javier Milei propuso cerrar el ente autárquico que tiene a cargo el fomento y la regulación de la actividad cinematográfica en todo el territorio de la República Argentina: el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Ya es una recurrencia tener más propuestas que apuntan a cerrar espacios que a abrirlos. Avanzan contra las libertades.
“Genera déficit”, fue el argumento que esgrimió el líder libertario al prometer terminar con el INCAA. “Si genera déficit, es porque vos no generás un producto apetecible para el mercado. En condiciones normales no deberías existir, tendrías que quebrar”, agregó. Lo primero que cabe puntualizar es que la “normalidad” a la que apela el candidato no se corresponde con la realidad de los países de economías desarrolladas, que invierten en su industria cinematográfica por comprender que es una forma de proyectar su influencia al mundo. En segundo lugar, su tesis del “déficit” desinforma sobre cuál es la forma de financiamiento del organismo. A partir de la modificatoria de 1994 de la Ley de Fomento de la Actividad Cinematográfica Nacional, número 17.741, se constituye un Fondo de Fomento integrado por:
-El 10% del precio de cada localidad o boleto entregado para presenciar espectáculos cinematográficos en todo el país, cualquiera sea el ámbito en el que se realicen.
-El 10% del precio de venta de todo tipo de videograma grabado, destinado a su exhibición pública o privada. Este ítem está desactualizado, ya que correspondía a la venta de videocasetes o DVDs. A partir de un proyecto de ley presentado por el INCAA, hoy se debate que sean las plataformas de streaming las que destinen un 10% de lo que los abonados ya le pagan de IVA a este Fondo. La iniciativa también prevé que estos servicios incorporen una cuota de pantalla de producciones audiovisuales nacionales.
-El 25% de las sumas percibidas por el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) a partir del gravamen que pagan los titulares de los servicios de comunicación audiovisual.
De ello se deduce que son quienes consumen o comercializan cine los que aportan al fomento de la producción cinematográfica nacional y deja en evidencia la mal intención de las palabras del candidato libertario y su nula información. El cine argentino está más unido que nunca.
Fermín de la Serna