Formó dupla con Víctor Sueiro en una campaña para bajar el consumo de electricidad, encarnó a un cirujano mentiroso en las campañas del truco de Clarín y hasta jugó a ser el clon de Osvaldo Laport. Una suerte de comodín cómico de la publicidad, al que el público identifica inmediatamente. También, Fabián Arenillas desplegó cientos de morisquetas en cine y teatro.
BRÚJULA: ¿Qué recuerdos tenés de tu infancia en relación al barrio donde naciste?
FABIAN: Mi ninez la pase en Burzaco, cerca del Gran Buenos Aires pero era parecido al campo. Me la pasaba en el potrero jugando con los vecinos de enfrente todo el día. Después me mude a Banfield a los nueve años a un departamento y todo era distinto. No se curtía tanto la onda de salir a caminar por la calle, fue un cambio difícil.
BRÚJULA: ¿De qué manera te ligaste a la actuación?
FABIAN: Yo iba a un club durante el verano donde se hacía al final de cada año números actuados. Me convertí en el más representativo porque me venían a buscar y siempre agarraba los papeles principales y desde ese momento me empezó a gustar. Cuando termine el secundario quería irme al centro a estudiar bien de lleno y no quería ir a un profesor de teatro a la vuelta de mi casa para pasar el tiempo. Yo quería dedicarme a esto y pedí una lista en la Asociación Argentina de Actores de profesores, me la pasaron, y empecé a buscar. Algunos eran conocidos de la Televisión, otros habían muerto, pase por muchos lugares hasta que me decidí por la escuela de Lito Cruz.
BRÚJULA: ¿Como comenzó tu camino al profecionalismo?
FABIAN: Me costó bastante, mi periodo de estudio fue muy bueno pero cuando tuve que empezar a vivir de esto no sabía para dónde agarrar. Estaba en el teatro cuatro meses y después seis no hacía nada y entonces empecé a laburar de otras cosas. Cuando tenía 26 años escribí un unipersonal y lo presente en el Rojas que había audiciones y me dieron 3 meses la sala. No era muy profesional por que no ganaba guita pero me sentí fortalecido por que me fue muy bien. A partir de eso empecé a estar en más obras, sobre todo en el teatro San Martin y moverme por el ámbito. Pero tuve un cambio repentino y me fui a vivir a Estados Unidos abandonando todo. Cuando volví empecé a estar en cine y televisión, a ganar plata de esto y a ser más reconocido. Hace 15 años que no freno con este laburo que se convirtió en mi profesión.
BRÚJULA: ¿Cuál fue el papel que más te divirtió interpretar?
FABIAN: Es difícil, pero Silvani en la tira “Cita a ciegas” en canal 7 fue un lindo personaje. Era un tipo de oficina con mucho vuelo y se podía jugar con mucha libertad. En muchos casos eso no existe y se entra en algo chato donde al programa se le nota.
En cine me gusto el último laburo que hice con francella “En busca de la felicidad” y después una película chica donde fui protagonista que se llamó “entrenamiento elemental para actores”, muy linda.
BRÚJULA: ¿Que tipo de cine te gusta ver?
FABIAN: El cine existencialista, el cine de vínculos, de buenas actuaciones, ese es el que me trasmite algo. También me gusta Hitchcock y ese cine donde todo está amarrado al estudiadísimo desarrollo de una historia. Me gusta Paul Thomas Anderson, me gusta Cassavetes y argentinos me gusta
Rodrigo Moreno, Szifron y otros.
BRÚJULA: ¿Sos una persona que tiene cábalas?
FABIAN: Una cosa ridícula. En una época, antes de entrar al escenario, hacía la mímica de fumar un cigarrillo. Lo tiraba, lo pisaba y entraba a escena, sin fumarlo. Descargaba nervios. Creo en la anticábala. Si tengo que salir al escenario, estoy nervioso y quiero que me salga bien, si vengo repitiendo una cábala, a mis 50 años lo mejor es romper con esa cábala. A la tercera vez que hago algo, si dejo de hacerlo, pienso que es mejor porque me cago en esa cábala. A la segunda vez que te salió bien, ya no te fijás. En el fondo, creo un poco en las cábalas porque tiendo a ser supersticioso, como que no soy muy católico pero creo en Dios, una cosa así.
BRÚJULA: ¿Te ha tocado hacer algo en escena que no te gustara?
FABIAN: Una vez me hicieron agarrar un perrito como el que tenía Susana Giménez, un Yorkshire. Tiene como el pelaje áspero y es medio arisco, chiquitito, peludo. El personaje que interpretaba andaba con un perrito, tenía que estar sosteniéndolo. En un momento tuve que pedir que me lo sacaran, me daba repulsión. Y no es que no me gusten los perros, me daba repulsión tener ese perro. Tuve que hacerlo y no me gustaba para nada. Después, los desnudos. Para no ser un galán, ¡me han tocado demasiados! Físicamente estoy bien conservado, no tenía problema con que se me viera la panza. En cine hice tres o cuatro desnudos. Creo que fue mucho peor lo del perro, ¡para los desnudos soy un descarado!
BRÚJULA: ¿Un libro, una película, y un disco que te identifiquen?
FABIAN: El libro que me marco en la vida fue “Crimen y castigo” de Dostoievski, me identifique con cosas que me pasaban por la cabeza a los 18 años, fue la primera vez que leí un libro de corrido sin parar. Me pareció una lección de vida. Una película que me marco fue “Taxi Driver”, la fui a ver al cine en la adolescencia y me pareció increíble. La actuación es perfecta. Un disco fue el primero de Seru Giran, todo de la misma época por que fue un momento de cambio muy grande para mí.