Diego Cremonesi, distinguido con el Martín Fierro “Revelación”, habla sobre su vida en La Plata, su formación como actor, el reconocimiento de los últimos años y sobre su papel en “El Marginal“.
BRÚJULA: ¿Cómo fue tu infancia en relacion al lugar donde vos te criaste?
DIEGO: Yo soy de La Plata, vivo en el barrio de Los Hornos. Pero en mi infancia mi madre se mudó al barrio de Gonnet, que para esa época, en los años 80, era casi rural, pocas calles afaltadas, muchos terrenos baldíos. Tenía muchos amigos en el barrio, nos criamos con mucha libertad. “Andá y volvé antes de que anochezca” nos decía mi vieja. Era irte en la bici, ir a dar vueltas, ir a la casa de tus amigos, ir a los terrenos y armar casas.
Me sigo viendo con algunos de los pibes con los que jugábamos en el barrio. Con varios vamos a la cancha, yo soy hincha de Estudiantes, fanático. Muy futbolero. Voy a la cancha siempre que puedo, soy socio, sufrí los veintipico de años sin ganar nada. En mi época de más aguante futbolero, nos fuimos a la B, con lo cual siempre apoyando y bancando. Cuando era pibe me identifiqué con Julián Camino, un jugador del momento que se parecía a mí, entonces cuando jugaba con los amigos me decían: “ahí la tiene Camino”. En eso, jugando y viendo jugar, me hice hincha.
BRÚJULA: ¿Cómo comenzó tu relación con la actuación?
DIEGO: De grande empezó. Era una deuda pendiente, siempre me gustó. Pero me fui muy pibe de mi casa, empecé a laburar de muy joven. Trabajaba en el Correo. No tenía guita para bancar los cursos ni tampoco tiempo para hacer una escuela de teatro. Así que lo fui postergando, busqué una carrera que me permitiese recibirme e irme de ese laburo. Entonces estudié periodismo en la Universidad de La Plata, llegué hasta 4to año. Al mismo tiempo empecé a hacer unos cursos y talleres de teatro y me di cuenta de que era lo que quería hacer. Al tiempo, surgió una oportunidad laboral, de estas que aparecen en los tiempos de crisis, que me permitió tener un trabajo part-time dentro del Correo. No dejé por completo la relación de dependencia y pude dedicarle tiempo a estudiar.
Cuando tuve la posibilidad, me dediqué de lleno estudiar teatro, dejé la facultad y me tomé muy en serio la formación de actor. Considero que hay que tener mucha versatilidad como actor, y eso requiere un trabajo full time. Cualquiera puede decir que es actor, pero a mí me generó el desafío de tomármelo como una gran responsabilidad.
BRÚJULA: ¿Cómo te llevas con el reconocimiento, después del Martín Fierro?
DIEGO: Y es el premio más popular de la Argentina, yo estuve nominado a los Premios Sur y a los Cóndor y no se enteró nadie. A nivel prestigio estos premios son igual o más que el Martin Fierro. Pero bueno, en una ciudad como La Plata, que es una ciudad chica, y yo ya no siendo un pibe, fue algo que pego fuerte entre los conocidos. Y en lo personal a mí me pone muy feliz, es un mimo, porque es una forma de corroborar que lo uno está haciendo está bien. Más allá de que los premios sean algo arbitrario, porque yo no creo que haya hecho más mérito que el resto de los ternados y ternadas. Inclusive pensé que lo ganaba Carla Quevedo, que tuvo un rol importante en El Maestro. En síntesis: ¿Qué es lo que yo espero de esto? Que mejore mi condiciones de laburo. Más que el reconocimiento del que te saluda en la calle, esto significa la posibilidad de estar trabajando una mejor manera. Gracias a Dios hace 2 o 3 años que vengo trabajando con continuidad, y haber ganado el Martín Fierro es parte de todo ese proceso.
BRÚJULA: ¿Qué directores seguís? Ya sea por trabajo o por gusto.
DIEGO: Trabajar con Stagnaro fue soñado. Porque yo soy fanático de Bruno, ya lo era antes de decidir ser actor, era fanático de “Okupas”, de “Pizza, Birra y Faso”. Aparte soy amante de las producciones de Underground, me parece que es una productora increíble. Con el tiempo voy entendiendo cada vez más el rol del productor, porque por más volado que seas, si no hay un productor que banque el proyecto no podés hacer nada. Por ejemplo, Sebastián Ortega banca una locura como “Un Gallo para Esculapio” que tiene 40 locaciones exteriores. Hay que tener una confianza y una determinación enormes para llevar adelante ese tipo de proyectos.
Otro genio es Adrián Caetano, un director que me vuelve loco. Lorena Muñoz, Nicanor Loreti, Natalia Smirnoff, Eduardo Pinto, son personas que admiro. Cada director tiene su propia mirada. Uno como actor tiene el desafío de no tener una forma definida, y así poder adaptarse. Pero mi primer público es el director, es a la primera persona que quiero conformar e impresionar. Y no se trata solo de interpretarlo, sino de llevar esa mirada un poco más allá. Cada director te pone en un lugar diferente.
BRÚJULA ¿Cómo compusiste al personaje de “El Marginal”?
DIEGO: Yo originalmente iba a hacer otro personaje en El Marginal, y muy poco antes de empezar me dijeron; “Ché te queremos ver para otro personaje”. Entonces empecé a castinear, por un momento pensé que no quedaba ni en uno ni en otro. “Quique El Cuis” era un personaje raro, no se sabía bien si era un cantante de cumbia villera, o qué. Pero yo lo llevé más hacia un cumbiero más noventoso, empecé a pensar en Leo Matioli, Antonio Ríos, otro tipo de cantantes. Esos cantantes con mucha personalidad.
Había un par de canciones como referencia. Me pasaron 3 pilotos de canción, una era La Piñata, que finalmente quedó. Y Mursi, el músico, había grabado con una voz que me quedaba muy incómoda, muy lejos en mi posibilidad vocal. Yo hice una primera prueba que la descartaron desde la productora, terminó quedando la de Mursi, que era mucho más aguda, más chillona. Eso para mí fue muy frustrante, sobre todo porque yo quería estar cómodo con mi voz.
A partir de ahí comencé una campaña de perfeccionamiento acompañando por Mursi. Llamé a una amiga de La Plata que es profe de canto y le dije que tenía ganas de trabajar mi voz. Ella me terminó ayudando con la técnica. Mientras, fui preparando al personaje mirando videos, entrevistas, vi mucho del Potro Rodrigo y de Antonio Ríos.
Finalmente, el día de la fiesta de fin de rodaje de “El Marginal”, que fue en la cárcel donde se filmó, estábamos todos muy felices con el resultado. Y en un momento me encara Ortega, me saluda y le digo: “Ché, te llegó el mail con las canciones que sugerimos con el Mursi, con los cambios usando mi voz”, y me dice: “Sí, sí, van esas”. Tuve que hacer fuerza para no largarme a llorar de la emoción.
BRÚJULA: ¿Cuáles son tus planes a futuro y en qué estás trabajando ahora?
DIEGO: Estoy haciendo teatro todos los jueves a las 21.00 hs una obra que se llama “Ataúd” en la sala Beckett en Guardia Vieja y Billingurst de Sergio Boris. Ya es la cuarta temporada de la obra, estamos viviendo un momento increíble. Sergio cruzó un poco algo del Teatro de la Crueldad de “Ataúd” con la represión que hubo en el Borda, lo que terminó en una obra completamente delirante y tremenda a la vez.
Estoy esperando que salgan varias películas donde participé: en octubre se estrena “Rojo”, de Benjamín Naishtat, también se estrena “El Potro” de Lorena Muñoz, la misma directora de “Gilda”, “La Afinadora de Arboles” de Natalia Sminorff y “La Sabiduría”, de Eduardo Pinto.