Es una profesional amante de los desafíos, una actríz con trayectoria y mujer movilizadora. Laura Azcurra nos cuenta su vida.
BRÚJULA: ¿Cómo fue tu infancia en relación al barrio?
LAURA: Soy realmente muy porteña, me encanta Buenos Aires. Nací en Belgrano, de ese Belgrano laburante, no del “R” (se ríe). De padres laburantes y de una familia abocada al arte. Mi mamá es maquilladora y papá fue maestro, y en un momento dejó de dar clases y empezó a dirigir teatro. Mi familia tenía una ruptura a lo convencional porque lo que importaba era contar historias y había días que todos estaban o en una puesta de luces o en un teatro haciendo algo. Muy lindo.
BRÚJULA: ¿Seguís siendo inocente?
LAURA: Sigo siendo bastante inocente y me gusta conservar la inocencia, aunque mientras uno va creciendo es inevitable ir de a poco perdiendo un poco de ella. Mex Urtizberea me decía: “Esa ingenuidad que vos tenes hay que guardarla en una cajita de cristal y que no se pierda nunca”.
BRÚJULA: ¿Tu debut en cine fue con el maestro Eliseo Subiela? ¿Cómo fue?
LAURA: Una experiencia difícil hacer esa película ,“Despabílate amor”. Primero hice tres audiciones y después toda la prueba caracterizada de los años 60 donde me ayudó mamá con los vestuarios. Para mí fue muy difícil porque venía del teatro y esto era otro tipo de registro. Todo lo expansivo lo tenía que reducir a algo muy chico. Sentía que no encajaba y lo que hacía era poco. Pero por suerte me tocó un gran director.
Además, cuando tenía 11 años tuve la suerte de ver “Hombre mirando al sudeste” en el vagón de cine del tren que iba de Buenos Aires a Mendoza. Venía el boletero y te decía que a la noche pasaban la película de Subiela en una sala de cine en el tren, no me lo perdía por nada y fuimos con mi viejo a verla. Cuando terminó, entre el surrealismo de la historia y la magia del contexto le dije a papá “Es un gran director, ojalá algún día pueda trabajar con él”. Así fue.
BRÚJULA: ¿Dónde está tu búsqueda en la actuación?
LAURA: Provocar y movilizar al otro en la historia que se está contando. Invitar a la gente a correrse de su estado rutinario y de esa matrix permanente para generar un estímulo que nos replantee como vivir.
En una época me empezaron a etiquetar mucho en televisión con los mismos papeles, con los mismos personajes y me di cuenta que no quería esa marca. Pero mi formación está en el teatro. Me quedé con mi base de bailarina clásica, con mi teatro ortodoxo y por otro lado con el despertar de la técnica de la improvisación. Que para mí la impro es el teatro en su estado puro. Se rompen muchos hábitos, se rompe lo ceremonioso, lo clásico y se empieza a asumir el riesgo del actor fuera de un hermoso vestuario y un lindo decorado.
BRÚJULA: ¿Qué tipo de teatro y cine consumís?
LAURA: Teatro consumo mucho. Y cine me gusta verlo en la pantalla grande para poder apoyar a la industria que tiene que seguir creciendo. Me divierte mucho el cine de Winograd, Trapero me gusta pero me marea con tanto plano secuencia, y Caetano me encanta. Y en el teatro Mauricio Kartun es mi maestro, es un sabio. Rafael Spregelburd es muy arriesgado y eso me gusta. Corina Fiorillo siempre me encantó y pudo instaurarse en un espacio donde las mujeres tampoco están tan invitadas.
Esta es la maravilla de vivir en Buenos Aires y de ser actor. Acá existe una impunidad para entretener impresionante, desde un teatro pequeño montado en el living de una casa hasta a los teatros más grandes de todos donde pasan comedias musicales impecables. Hay mucha calidad.
BRÚJULA: ¿Cómo fue trabajar en un canal de deportes haciendo Pura Química?
LAURA: La verdad que no sabía que iba a pasar cuando me metía en un canal de deportes, yo sola con 4 hombres, haciendo televisión en vivo, en un espacio totalmente masculino. Fue divertido y hacíamos un programón, pero ese mundo sigue siendo machista.
BRÚJULA: ¿Qué relación mantenés con la virtualidad y la tecnología?
LAURA: La tecnología avanzó mucho en el último tiempo. Tiene su costado inspirador y egocéntrico. Cuando apareció el GPS dije “este es el mejor invento que me puede haber pasado en la vida”.
Internet es una gran ventana y tenemos que saber qué elegir y ver. Pero también yo como comunicadora social y artista tengo que saber qué comunicar a través de la redes. Un periodista hace muchos años me dijo “Twiter es tener una imprenta en la mano de 140 caracteres” y desde ahí uno puede comunicar y generar contenido. Desde noticias relacionadas al arte y de compañeros de laburo hasta la flor de cactus que salió en mi jardín.
¿Cuál es la realidad o cuál es la virtualidad? Y no lo sabemos, pero si sé, que hay una realidad que es mi hijo de 10 años que tiene que ir al colegio, hacer la tarea, poner la mesa y bañarse. Espero que no sea la tecnología un medio de escape para perdernos lo que está pasando a nuestro alrededor.
BRÚJULA: ¿Tenes Spotify y Netflix para ver películas?
LAURA: En otra vida yo quiero ser negra y baterista. Spotify me pareció un invento impresionante. Escucho mucha mucha música y tenía que parar de comprarme discos y de pedirle a gente que me traiga de otros lados. Me tuve que armar un placard enorme donde tengo toda mi colección. Pero ahora la biblioteca está toda digital. Y Netflix me obligó mi hijo. La verdad que no veo muchas series porque ese tiempo me lo paso trabajando en mi jardín, o saliendo con amigos o de romance con mi novio. Voy graduando todo el tiempo.
BRÚJULA: ¿Qué estás haciendo en la actualidad?
LAURA: Estoy en canal 7 grabando “Cuéntame como pasó” la versión argentina del formato español. Una familia que va a travesando diferentes momentos económicos, sociales y políticos desde 1974. Mi personaje es una mujer de vanguardia para la época, soltera con un hijo que se la arregla sola.
Me demanda tiempo, pero son estas cosas en la que quiero trabajar.
BRÚJULA: ¿Y el futuro?
LAURA: Sigo el año que viene con la familia de “Toc-Toc” en el teatro. Sigo adelante con mi proyecto de danza “Salir del ruedo” que volvemos ahora en octubre con cuatro funciones. Para el año que viene sigo empujando dos proyectos de conducción escritos por mí. Y después avanzo en la escritura de una obra de teatro. Esas son mis semillas.