El actor que saltó a la fama con “Los simuladores” ahora divide sus días entre la producción de contenidos y la actuación. Nacido en Olivos en 1960, Martín Seefeld jamás pensó que el arte de la interpretación sería su profesión por excelencia.

BRÚJULA: ¿Cómo fue tu infancia en relación al barrio?

MARTIN: Yo nací en Olivos, me crie ahí hasta los 7 años. Después me fui a Don Torcuato, así que diría que mi vida fue en Don Torcuato, porque desde los 6,7, hasta los 20 viví ahí. Todos mis amigos los hice ahí. En ese momento Don Torcuato era bien pueblo, no estaba ni la Panamericana, ni la Ruta 202, era una cosa de tener la puerta abierta todo el tiempo, mucha calle, mucho club.
Una particularidad era que mis padres eran muy solidarios, muy amigables, siempre permitían que vengan todos a mi casa a jugar y a pasar la tarde. Muchos amigos me quedan del club hoy en día, y otros los fui perdiendo.

BRÚJULA: ¿Qué deportes realizabas en el club?

MARTIN: Hacia todos los deportes. Pero fundamentalmente Rugby y futbol. El rugby me educó en el sentido de la solidaridad, el juego en equipo, luchar contra la adversidad: frio, lluvia, barro, el contrincante. Pero esos valores me quedaron, poder pensar todo el tiempo en el equipo, poder llevarlo a compartir con el otro. El equipo está por sobre todas las cosas.

BRÚJULA: ¿Cómo comenzó tu relación con la actuación?

MARTIN: De muy chico yo actuaba en mi casa. Me disfrazaba, jugaba. En el colegio también actuaba. Mis padres no venían del mundo del espectáculo, mi padre era industrial y mi madre pintaba, pero como afición. Yo siempre tuve un espíritu histriónico.
Después a los 20 años estudié teatro. No me dediqué a la profesión porque me enfoqué en el negocio paterno. Estuve trabajando en la industria de mi papá lo que me dio una gran formación, dado que terminé teniendo una enorme responsabilidad siendo muy joven. Eso me permitió entender lo que es un proceso de producción y pasé por todas las áreas, desde ser obrero, operario, a ser gerente de varias áreas.

BRÚJULA: ¿Existió una tensión entre la vocación del teatro y trabajar en la industria?

MARTIN: Hubo un momento en donde tuve que tomar la decisión de decir: “se acabó este mundo empieza este otro”, aunque no me alcance ni para comer. Yo soy un tipo que siempre he saltado sin red, siempre he creído que la red se va formando en el aire. Cuando tenés el deseo, saltás. Hubo momentos donde la pasé mal, pero nunca me terminé de pegar un golpe que me noqueó, siempre fueron aprendizajes. Uno no debe quedarse en la pseudo seguridad, porque en realidad no es tal.

BRÚJULA: ¿La actuación cuando te llegó?

MARTIN: Me llegó cuando estaba preparado. Yo tomé la decisión de dejar la gerencia de 4 marcas, de tener un sueldo, vacaciones, aguinaldo, para ir a tomar un papel en la obra de teatro Poliladron en Mar del Plata sin saber qué iba a pasar. Hablé con mi mujer y le dije: “esto es lo que quiero hacer, si no lo hago voy a ser infeliz toda mi vida.” La vida hay que ir a buscarla, no podes esperar a que las cosas lleguen a uno. Hay que ir a buscarlas y después ser paciente para ver si es verdad que uno hizo los deberes. Y además no depende solamente de vos, depende la mirada que tenés de vos mismo y también de la mirada que tienen los otros sobre vos.

BRÚJULA: ¿Cuál fue el punto de inflexión en tu carrera?

MARTIN: Bueno sin dudas fueron Los Simuladores. Pero además, porque fue algo propio. Yo siempre fui de la idea de hacer algo propio, y de alguna manera esto lo fue. Porque estuvo fundado en una amistad, en el seno de nosotros cuatro.
Hoy mirándolo desde acá creo que estamos ante uno de los mejores programas de la historia de la televisión, lo digo con mucha humildad y mucho orgullo. Porque empezó muy de abajo. Nosotros estábamos convencidos de que la idea era buena. Hicimos un piloto y todos nos quedamos con ganas de más, sabiendo que era bueno, pero nunca pensamos que iba a pasar lo que pasó.

BRÚJULA: ¿Cuál es tu relación con la tecnología?

MARTIN: Mala. Yo creo que se ha desvirtuado mucho el uso de la tecnología. Tiene una cuestión útil, pero creo que nos ha alejado de la calidez del vínculo. La mirada a los ojos se está perdiendo. Yo creo que la tecnología es fundamental para algunas cosas y muy destructiva para otras. A mis hijos intento inculcarles otra cosa, que cuando hablan con alguien tienen que mirarlo a los ojos, ya sea bueno o sea malo lo que les digan, que no usen la tecnología para esconderse.

BRÚJULA: ¿Si tuvieras que decir algo que te moleste de tu profesión, qué sería?

MARTIN: La falta de oportunidad. Me parece que nosotros necesitamos tener más ficción más producción nacional, necesitamos ser más competitivos. Para eso intervienen muchos factores, creo que eso tiene que ver con el valor de producción por capítulo, las leyes laborales, etc. Tiene que haber desde todos los sectores una concordancia que vaya hacia ese sentido. No se debe dar solo desde el Estado o de un sector, sino que tenemos que hacerlo todos juntos.

BRÚJULA: ¿Con respecto a la política cual crees que es tu rol?

MARTIN: A mí me interesa profundamente que la gente esté bien, yo siempre tuve la teoría que es muy difícil salir adelante sin dolor. Yo creo que el dolor es la forma más lógica de salir de una crisis y crear un Estado más sólido. Nosotros estamos acostumbrados a enmendar a poner parches, yo creo que hay que tomar medidas antipáticas pero que de fondo generan una transformación.
Y no se trata de 12 años de Kirchnerismo, o de tantos del Macrismo, sino que es una herencia de toda nuestra historia. Me interesa la política como una verdadera herramienta para ayudar a la gente.